Friedrich Nietzsche

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Friedrich Nietzsche
Nombre Friedrich Wilhelm Nietzsche.
Nacimiento 15 de octubre de 1844,
en Röcken, Bandera de Prusia (1892-1918).png Prusia.
Fallecimiento 25 de agosto de 1900,
en Weimar, Bandera del Imperio Alemán.png Imperio Alemán.
Ocupación Filósofo, filólogo, poeta, lingüista, músico.
Obra capital Así hablaba Zaratustra (1883-1885).
Firma
Firma-nietzsche.png

Friedrich Wilhelm Nietzsche (Lebensrune.png Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de 1844 - Todesrune.png Weimar, 25 de agosto de 1900), filólogo clásico, filósofo, lingüista, escritor, poeta, pedagogo, profesor universitario, compositor y crítico musical alemán de raíces polacas, fue uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX. Realizó una crítica exhaustiva de la religión, la moralidad, la cultura y sociedad modernas, la filosofía y la ciencia, con un estilo distintivo y mostrando una afición por el aforismo.

Su obra influyó a personajes tales como Martin Heidegger, Carl Jung, Adolf Hitler, Knut Hamsun, Pierre Drieu la Rochelle, Julius Evola, Károly Kerényi, H. P. Lovecraft, Oswald Spengler, Giovanni Papini, Alain de Benoist, entre otros.

Biografía

Primeros años (1844-1859)

Federico Guillermo Nietzsche (nombre traducido al español) nació el 15 de octubre de 1844, en Röcken, población de Turingia y un pequeño pueblo de Sajonia-Anhalt, cerca de Leipzig. Su nombre fue dado en honor al rey Federico Guillermo IV de Prusia, ya que Nietzsche nació en el cuadragésimo noveno cumpleaños del monarca. Su padre, Carl Ludwig Nietzsche (1813-1849), era preceptor privado en el ducado alemán de Sajonia-Altenburgo en Turingia y pastor protestante luterano, de lo que puede deducirse que conociera ya en su infancia y de cerca la moral cristiana.

Según escribió el propio Nietzsche en 1888, sus ancestros pertenecían a la familia de los Nietzkys (nombre que se habría germanizado a "Nietzsche"), aristócratas protestantes de origen polaco que se habían establecido en Alemania en el siglo XVIII. Nietzsche decía que era un "polaco de sangre pura". No olvidó nunca sus orígenes, sintiéndose muy orgulloso de su identidad y respondía de un modo pronunciado al tipo eslavo. Contaba entre sus ascendientes un gran número de pastores, hecho que no carece de significación para un hombre cuya misión iba a ser la de predicar un nuevo evangelio. En cuanto a vigor mental y físico, la familia Nietzsche estaba bien dotada, por mucho que nos remontemos en la investigación, no encontraremos ninguna señal de debilidad o deficiencia mental entre ellos. Su madre, también de familia noble y antigua, fue Franziska Oehler (1826-1897), su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche nació en 1846, seguida por su hermano Ludwig Joseph en 1848.

Sabemos, por su hermana, que Friedrich era un muchacho bien parecido, rubio, de ojos oscuros y excepcionalmente grandes. A los cuatro años sabía leer y escribir. Mostró pronto señales de su personalidad, y aunque era de temperamento tranquilo, de cuando en cuando se encolerizaba de tal modo que asustaba a todos por su vehemencia. Pero era capaz, sin embargo, de un gran dominio de sí mismo.

Tras la muerte de su padre en julio de 1849, cuando tenía cinco años, y de su hermano menor en 1850, la familia se trasladó a Naumburgo, donde vivió con su abuela materna y las hermanas solteras del padre bajo la protección de Bemhard Dächsel, un magistrado local. A los 10 años adquirió el hábito de escribir poesía y componer música.

Juventud (1859-1869)

En 1854 comenzó a asistir al Domgymnasium en Naumburgo. Después de la muerte de su abuela en 1856, la familia pudo permitirse tener casa propia. Durante este tiempo el joven Nietzsche asistió a un colegio de niños para luego, en 1858, habiendo demostrado un talento especial para la música y el lenguaje, fue admitido mediante una beca, en un colegio privado, la prestigiosa escuela Pforta, donde cursa los estudios secundarios hasta 1864 y donde se hizo amigo de Gustav Krug y Wilhelm Pinder, dos estudiantes pertenecientes a familias acomodadas. También se hizo amigo de Paul Deussen y Carl von Gersdorff. Allí empieza a revelar por primera vez sus grandes dotes intelectuales y se hizo obvio para sus preceptores que una inmensa energía creadora se revolvía dentro de él. La superioridad intelectual de Nietzsche, que de pequeño se vislumbra, se hace ahora patente; sus compañeros se la reconocen a pesar del "pathos de la distancia" que mantenía con ellos y que será su sino durante toda su vida. Incluso al final de ella exclamará en Ecce homo: "¡Sobre todo, no me confundáis con otros!" Es una época en que el estudio le absorbe por completo, y causa admiración ver la multitud, variedad y profundidad de las lecturas de Nietzsche, que a los 18 años tenía ya una filosofía propia, influenciada por Emerson y Fichte y más tarde la definitiva influencia la recibirá de Arthur Schopenhauer, si bien se distanciará de éste debido a sus tendencias nihilistas y pesimistas.

El joven Nietzsche.

Durante esa época escribe su primer "tratado" filosófico titulado Sobre el origen del mal.​ También encontró tiempo para la escritura de poemas y composiciones musicales y toda su obra posterior mostrará un gran dominio del idioma alemán al igual que una gran cultura y sensibilidad. En Pforta, Nietzsche recibió una importante educación literaria, en especial en el estudio de los clásicos griegos y romanos, y por primera vez experimentó la carencia de su vida familiar en un pequeño pueblo de ambiente cristiano. Durante este período se encontró bajo la influencia del poeta Ernst Ortlepp.

Emprendió el estudio de la filosofía más como disciplina mental que con profundo interés. Pero su principal descubrimiento en ese momento fue la música de Richard Wagner. En las materias que más destaca es en el latín, el griego antiguo y en el cristianismo romántico. En la cultura griega y en el cristianismo fija su atención en el problema moral, que no dejará de analizar y ser su problema a resolver durante toda su vida. Al mismo tiempo, aumenta su afición por la música, tanto como intérprete como compositor. Tocaba el piano con brillantez, siendo a la vez un gran improvisador. Richard Wagner llegó a decir de él más tarde que era "demasiado buen músico para ser profesor".

La tensión creciente de su espíritu determinó una crisis semejante a una depresión nerviosa en 1862. Aunque su salud siguió siendo fuerte, empezó a padecer dolores de cabeza y molestias en los ojos. Al año siguiente, en 1863, le ocurrió la que fue, al parecer, su primera y única experiencia amorosa verdadera. Una jovencita, hermana de uno de sus amigos de la escuela, llegó a ser para él objeto de una devoción romántica. Nada parecido a esta experiencia iba a ocurrirle ya en su vida posterior, aunque estuvo cerca del matrimonio en dos ocasiones.

A pesar de sus esfuerzos por ser sociable, no parece haber tenido mucho éxito en el empeño. Su mejor amigo, que lo sería durante toda su vida, Paul Deussen, quien más tarde se convirtió en reconocido orientalista debido a su obra sobre la "Vedanta", que sigue siendo clásica. En 1864, terminados sus estudios secundarios en Pforta, ingresa en la Universidad de Bonn para seguir estudios de filología clásica y teología, y por un breve período fue miembro de la Burschenschaft Frankonia junto a Deussen. Pronto, y para disgusto de su madre, abandona tras un semestre sus estudios de teología, para dedicarse por entero a la filología y a la fisiología, donde encuentra unos puntos de apoyo esenciales que, junto con su intuición del problema moral, darán a su filosofía la clasificación, si es que se la puede encajar en un solo molde, de "filosofía vitalista". El cambio de ambiente le llenó de alegría. Allí tenía libertad de expresión.

Su fe en este periodo había ya naufragado, sus creencias tradicionales son abandonadas de manera radical, empezando a criticar todas las afirmaciones sobre las que se basaban sus antiguas ideas. En 1865 decide trasladarse a Leipzig para proseguir y perfeccionar sus estudios de filología clásica al lado de la máxima figura alemana en este campo, el profesor Friedrich Wilhelm Ritschl. Son años de total entrega a estos estudios; funda una Asociación filológica en la que da conferencias, lo que será definitivo para su futuro inmediato. Al año siguiente siguió al maestro a la Universidad de Leipzig. Allí entablaría una íntima amistad con el estudiante Erwin Rohde. Los primeros escritos sobre filología de Nietzsche serían publicados un poco más tarde.

Pero decisivo para él es el encuentro en 1865, en una librería de Leipzig, de la obra cumbre de Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación. Él mismo nos dice: "Yo no sé qué demonio me sopló volver a casa con aquel libro. Apenas estuve en mi habitación, abrí el tesoro que había adquirido y comencé a dejar obrar sobre mí a este sombrío y enérgico genio". Se dice que durante quince días estuvo absorto en su lectura, releyéndolo diez veces. Aunque la originalidad y profundidad de Nietzsche se han demostrado incomparablemente superiores a las del viejo rival de Hegel, no cabe duda de que aquella obra abrió la brecha por la que tenía que penetrar, más tarde, el viento demoledor del "Zaratustra".

Ese año, cuando todavía era estudiante, Nietzsche visitó Colonia, donde se ha especulado que unos amigos lo llevaron a un prostíbulo. Los detalles, e incluso la posibilidad, de esta visita han sido largamente discutidos, pero algunos creen que en esa oportunidad pudo contraer sífilis.

Al año siguiente leyó Geschichte des Materialismus (Historia del materialismo), de Friedrich Albert Lange, experiencia que le resultó también muy estimulante desde el punto de vista filosófico y, en consecuencia, comenzó a adentrarse en esta disciplina, superando su interés por la filología. En 1867 realizó un año de servicio militar voluntario con la división de artillería prusiana de Naumburgo. En marzo de 1868 sufrió un accidente ecuestre que lo excluyó del servicio militar y le permitió volver a dedicarse al estudio.

Profesor en Basilea (1869-1879)

Nietzsche en 1869.

En 1868 conoce, por mediación de la esposa de Wagner, Cósima, al famoso compositor, que cree ver en el joven filósofo al ideal teorizador de sus monumentales dramas musicales, como así será, en parte, con El nacimiento de la tragedia, donde proponía la música de Wagner como el renacer dionisíaco de la cultura europea en oposición del racionalismo decadente apolíneo.

Al año siguiente, el profesor Ritchls, que le tenía en gran estima, logró que la Universidad de Basilea, en Suiza, le ofreciera la Cátedra de Filología Clásica. Aceptó, convirtiéndose así en el profesor más joven de la universidad. En su trabajo filológico durante esa época cabe reseñar el descubrimiento de que el ritmo en la métrica poética de los antiguos dependía únicamente de la duración de las sílabas a diferencia de la métrica moderna basada en la acentuación.

Cuando tan solo tenía 25 años, la Facultad de Leipzig le concedió el doctorado, sin previo examen, y sin tesis, en mérito a la calidad de sus investigaciones y de las conferencias dadas sobre filosofía. Inmediatamente la Universidad de Basilea lo nombró profesor de filología clásica y al año siguiente fue ascendido a profesor honorario. El discurso inaugural que pronunció ante el auditorio de la Universidad de Basilea, que esperaba con expectación la palabra del sabio de 25 años, versó Sobre la personalidad de Homero y satisfizo a los más exigentes. En esta época conoció a Franz Overbeck, un teólogo protestante, cuya amistad conservó durante el resto de su vida. El historiador Jacob Burckhardt, cuyas lecturas Nietzsche analizaba frecuentemente, se convirtió en otro colega influyente. También durante este período leerá la obra del filósofo Max Stirner, cuya influencia será notable en él.

Después de trasladarse a Basilea, Nietzsche renunció a su ciudadanía alemana, manteniéndose durante el resto de su vida oficialmente sin nacionalidad alguna. En agosto de 1870 obtuvo un permiso para servir en el bando prusiano durante la guerra franco-prusiana, alistándose en un cuerpo de ambulancias como médico camillero, ya que los estatutos de la neutral Suiza le impedían reclutarse como combatiente. Su paso por la milicia fue tan sólo de un mes, pero vivió múltiples experiencias. Allí fue testigo de los efectos traumáticos de la batalla. Contrajo difteria y disentería, enfermedades que hicieron estragos en su salud.

De vuelta a Basilea, Nietzsche fue testigo del establecimiento del Imperio alemán y el auge de Otto von Bismarck. Durante su estancia en Basilea, fue un asiduo invitado en la casa de los Wagner en Tribschen. Estos lo introdujeron en su círculo más íntimo y le agradecieron la atención que dio al principio al Festival de Bayreuth. En 1870 regaló a Cósima Wagner por su cumpleaños el manuscrito de la primera versión de El origen de la tragedia.

En 1872, Nietzsche publicó su primer libro, El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música. Sin embargo el trabajo, en el cual siguió un preciso método filológico para estructurar toda su especulación filosófica radicalmente novedosa, no fue bien recibido entre sus colegas filólogos, incluido su profesor Ritschl. En el polémico panfleto Para una filología del futuro, Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff criticó duramente el libro, lo que contribuyó, sin embargo, a aumentar su polémica notoriedad en los círculos filológicos y universitarios de Alemania. En respuesta, Rohde, por la fecha profesor en Kiel, y el mismo Wagner salieron públicamente en defensa de Nietzsche. Estos hechos remarcaron el aislamiento creciente que sentía dentro de la comunidad filológica, y por ello el filósofo intentó, sin éxito, ganar la cátedra de Filosofía en Basilea.

Entre 1873 y 1876, publicó separadamente cuatro grandes ensayos: David Strauss, el confesor y el escritor, Sobre la utilidad y el perjuicio de la Historia para la vida,​ Schopenhauer como educador, y Richard Wagner en Bayreuth (estos cuatro fueron más tarde recogidos y titulados, conjuntamente, Consideraciones intempestivas). Los cuatro ensayos compartían la orientación de una crítica general a la actualidad cultural alemana, en un intento por cambiar su rumbo, que Nietzsche preveía como esencialmente falso y equivocado. Comenzando en 1873, además, también acumuló notas que fueron publicadas más tarde como La filosofía en la época trágica de los griegos.

Durante este periodo, en el círculo de los Wagner, Nietzsche conoció a Malwida von Meysenbug y Hans von Bülow, y también comenzó una amistad con Paul Rée, quien después de 1876 le influyó en la atenuación del pesimismo de sus primeros escritos. Sin embargo, debido a su decepción respecto al «fenómeno Wagner», y en concreto al Festival de Bayreuth de 1876, donde la banalidad de los actos y la vileza del público le repelieron, fue cada vez más insalvable la distancia del filósofo hacia este ambiente.

Con la publicación de Humano, demasiado humano en 1878, un libro de aforismos sobre múltiples temas, desde la metafísica hasta la moralidad y de la religión al sexo, la distancia de Nietzsche respecto a su amistad con Wagner y la filosofía de Schopenhauer fue evidente. También su amistad con Deussen y Erwin Rohde se enfrió. A partir de esta obra, Nietzsche publicaría un libro (o su mayor parte) por año hasta 1888, su último año de escritura, durante el cual completó cinco. En 1879, Nietzsche publicó Opiniones y máximas mezcladas, lo que sugirió el aforismo de Humano, demasiado humano.

En ese año, a los 35 años de edad, Nietzsche se se vio forzado a abandonar su puesto como profesor en la Universidad de Basilea debido a complicaciones de salud. Desde su juventud, Nietzsche había padecido frecuentes momentos de debilidad generalizada, con épocas de carencia visual que rozaba la ceguera, fuertes migrañas y violentos ataques estomacales. Estas condiciones persistentes se agravaron quizá con su accidente a caballo en 1868 y las enfermedades de 1870, y continuaron afectándolo durante sus años en Basilea, forzándolo a tomar vacaciones cada vez más largas, hasta que le fue prácticamente imposible retomar el trabajo.

Su vida fue volviéndose más retirada y amarga a medida que pasaban los años y se intensificaban los síntomas de su enfermedad. No obstante, sus obras posteriores, llenas de pensamientos psicológicos, fueron escritas con un bello estilo.

Filósofo libre (1879-1888)

Lou Andreas-Salomé, Paul Rée y Nietzsche, 1882.

Conducido por su enfermedad a encontrar climas más templados, Nietzsche viajó frecuentemente y vivió hasta 1889 como un autor independiente en diferentes ciudades. Estuvo muchos veranos en Sils Maria, cerca de St. Moritz, en la Engandina (extremo este de Suiza), y muchos otoños en las ciudades italianas de Génova, Rapallo y Turín, y la ciudad francesa de Niza. Ocasionalmente volvía a Naumburgo a visitar a su familia, y especialmente durante este período, él y su hermana tuvieron repetidos episodios de conflicto y reconciliación. Vivía de su pensión de profesor retirado de la Universidad de Basilea, pero también recibía ayuda de amigos.

Un antiguo estudiante suyo, Peter Gast (seudónimo de Johann Heinrich Köselitz), llegó a ser su secretario privado. Hasta el final de su vida, Gast y Overbeck se mantuvieron como amigos en los que confiar. Malwida von Meysenbug mantuvo una conducta maternal incluso fuera del círculo de Wagner. Pronto Nietzsche contactó con el crítico musical Carl Fuchs. Nietzsche se encontraba en el principio de su mayor período productivo.

En 1881 Nietzsche publica Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales, y en 1882 la primera parte de La gaya ciencia. Este año también conoció a la poetisa judía Lou Andreas-Salomé a través de Malwida von Meysenbug y el judío Paul Rée. Nietzsche y Salomé estuvieron el verano juntos en Tautenburg, a menudo con la hermana de Nietzsche, Elisabeth. Él se enamoró de Lou Salomé lo cual provocó una situación ambigua e incómoda entre los tres amigos, puesto que Rée a su vez se interesaba por Lou y la visión que Salomé tenía de Nietzsche era más la de un amigo y compañero de discusiones lleno de genialidad, que el de una posible pareja.

En 1882, Nietzsche propuso matrimonio a Lou Salomé, al creer haber encontrado en ella a la única mujer que sería capaz de entenderlo. Sin embargo ella lo rechazó, tras lo cual Nietzsche se recluyó de forma definitiva en su trabajo.

Las relaciones de Nietzsche con Salomé y Rée se rompieron en el otoño de 1882-1883. En paralelo a esta historia, Lou Salomé de vez en cuando mantenía correspondencia con Sigmund Freud. En el proceso de aparición de nuevos síntomas de su enfermedad, aislado tras las discusiones con su hermana y su madre, y acosado por pensamientos suicidas, se marchó a Rapallo, donde en solo diez días, anticipados por dieciocho meses de incubación, escribió la primera parte de Así habló Zaratustra.

Nietzsche rompió definitivamente su amistad con Wagner después del primer Festival de Bayreuth, en el que presentó su ópera final, Parsifal (1882), porque el compositor la concibió más como un auto litúrgico para el Viernes Santo que como una ópera y de ese modo representaba una complacencia hacia la piedad cristiana.

Después de varias críticas filosóficas contra Schopenhauer y Wagner, Nietzsche mantuvo a pocos amigos. Ahora, bajo la impronta personalísima del Zaratustra sobre sus obras posteriores, su escritura resultó todavía más «intempestiva» solo en la medida en que pareciera adecuarse a las convenciones morales o intelectuales del momento. Nietzsche reconoció la situación y se obstinó en su soledad («las siete soledades»), incluso aunque a veces pareciera no resignarse a ella. Abandonó su plan a medio plazo de convertirse en un poeta público y reconocido, y siguió padeciendo los problemas consabidos con sus libros. Estos eran tan buenos como poco vendidos. En 1885, editó únicamente cuarenta copias de la cuarta parte de Así habló Zaratustra, y sólo una pequeña parte fue distribuida entre sus amigos más allegados.

En 1886, editó Más allá del bien y del mal. Con este libro y con la aparición entre 1886 y 1887 de segundas ediciones de sus trabajos tempranos (El nacimiento de la tragedia, Humano, demasiado humano, y La gaya ciencia), vio completado su trabajo y se esperanzó con que una oleada de lectores apreciara sus escritos. De hecho, el interés por Nietzsche aumentó en esta época, aunque esto fue apenas percibido por él.

Durante estos años, Nietzsche conoció a Meta von Salis, Carl Spitteler, y también a Gottfried Keller. En 1886, su hermana Elisabeth se casó con el antisemita Bernhard Förster y viajó con él a Paraguay​ para fundar una colonia alemana. A través de la correspondencia se puede observar que la relación de Nietzsche con su hermana continuó por el camino que siempre había seguido de conflicto y reconciliación, pero no la volvería a ver en persona hasta después de su colapso.

Nietzsche continuaba teniendo ataques frecuentes de enfermedad, lo que le imposibilitó para el trabajo continuo. En 1887, Nietzsche rápidamente escribió su polémica Genealogía de la moral. También intercambiaba correspondencia con Hippolyte Taine, y después también con Georg Brandes, quien al comienzo de 1888 desarrolló en Copenhague la primera lectura pública de la obra filosófica de Nietzsche y su estudio.

En el mismo año Nietzsche escribió cinco libros basados en sus voluminosas notas, fruto de largo trabajo continuado, que en un principio pensaba reunir bajo el título de La voluntad de poder. Su salud pareció mejorar y aquel verano estuvo de buen humor.

De octubre a noviembre de 1888, Nietzsche trabaja en la obra Ecce homo (Cómo se llega a ser lo que se es), que no verá la luz hasta el año 1908 en una versión en la que el capítulo «Por qué soy tan sabio» no aparece, siendo sustituido por otro capítulo escrito anteriormente que el propio autor descartó.

Demencia y muerte (1889-1900)

Elisabeth Förster-Nietzsche cuidando de su hermano en 1899.

El 3 de enero de 1889, el gran filósofo sufre un colapso en Italia. Ese día fue detenido tras, al parecer, haber provocado algún tipo de desorden público por las calles de Turín. Lo que pasó exactamente es desconocido. La versión más extendida dice que Nietzsche caminaba por la Piazza Carlo Alberto, cuando llamó su atención un repentino alboroto que causó un cochero al castigar a su caballo. Nietzsche corrió hacia el caballo y se abrazó a su cuello para protegerlo de los golpes, desvaneciéndose acto seguido contra el suelo. A partir de aquí, Nietzsche, el filósofo, ya no existe. Tenía 45 años, la edad dorada de la madurez y de la experiencia.

En los días siguientes, escribió breves cartas para muchos de sus amigos, incluidos Cósima Wagner y Jacob Burckhardt, en las que mostraba signos de demencia y de profundo deterioro mental y que son conocidas como las "cartas de la locura". En algunas firma como "El Crucificado", en otras como "Dionisos". A Cósima Wagner le escribe llamándola "Ariadna" y expresa su amor por ella en términos mitológicos:

Ariadne, te amo.
—Dioniso.

Al crítico y filósofo danés Georg Brandes, quien había popularizado las ideas de Nietzsche en Escandinavia, le escribió:

He ordenado a todos los emperadores que se reúnan en Roma, como es sabido, tengo muchas cosas importantes que hacer.

A Overbeck le escribió:

Me acabo de enviar a mí mismo a la eternidad.

En una o más cartas a su colega Burckhardt se leen estos extractos:

He aquí la razón por la cual he sido crucificado, ya que soy Dioniso el crucificado.
Acabo de recibir en confianza un mensaje del emperador alemán, quien debe estar de camino para Roma para ser fusilado. ¡Ahora ya ves cuán justa es la Divina Providencia!
He tenido Caiphas puestos. Además, el año pasado fui crucificado por los doctores alemanes de una manera muy drástica. Wilhelm, Bismarck, y todos los antisemitas abolidos.​
Me he dirigido con esta carta a Burckhardt, quien comparte conmigo el amor y la reverencia por la antigüedad; soy, naturalmente, también, el vencedor de Dios y los dioses.
Después de todo, soy el mismísimo destino. Además, los doctores alemanes me han enviado a Basilea para ser eventualmente crucificado públicamente o para ser declarado una ruina pública, conforme a su propia discreción.
—Dioniso

Estos extractos reflejan una combinación de referencias personales, históricas y mitológicas de manera caótica. Su mención a Burckhardt sugiere que veía a su amigo como un compañero en la veneración de la cultura antigua y un destinatario digno de sus revelaciones delirantes. Su mención de los "doctores alemanes" en este contexto parece implicar una conspiración o persecución imaginaria, lo cual es coherente con el delirio persecutorio que caracteriza algunas de sus cartas finales.

Burckhardt se inquieta y el 6 de enero de 1889 muestra la carta a Overbeck. Al siguiente día Overbeck recibió una carta reveladora semejante y, alarmado, viaja a Turín dirigiéndose al lugar donde Nietzsche se hospedaba. Nietzsche lo recibe bailando desnudo, como si estuviera participando en un rito dionisíaco, estaba completamente fuera de sí. Overbeck traslada a Nietzsche a una clínica psiquiátrica en Basilea donde es diagnosticado con parálisis progresiva y da aviso a su madre.

Su madre, Franziska Oehler, decidió entonces llevarlo a la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Jena bajo la dirección de Otto Binswanger. Desde noviembre de 1889 a febrero de 1890, Julius Langbehn intentó curar a Nietzsche, sentenciando que los métodos del doctor eran ineficaces para curar su condición. Langbehn asumió más y más control sobre Nietzsche. En marzo de 1890, Franziska retiró a Nietzsche de la clínica, y en mayo de 1890 lo llevó a su casa en Naumburgo. Fue así que los últimos once años de su vida los pasó recluido, aunque hoy es evidente que su encierro fue provocado por el desconocimiento de la verdadera naturaleza de su dolencia.

Durante este proceso, Overbeck y Gast contemplaban la idea de qué hacer con el trabajo no publicado de Nietzsche. En enero de 1889 se pusieron a planear la salida de El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martillazos, por esa época ya impreso y atado. En febrero, ordenaron una edición privada de 50 copias de Nietzsche contra Wagner, pero el editor C. G. Nauman en secreto imprimió 100. Overbeck y Gast decidieron publicar con reservas El Anticristo y Ecce homo debido a su contenido más incendiario.

En 1892 su estado mental empeora y en 1893, su hermana Elisabeth regresa de Paraguay, después del suicidio de su marido, Bernhard Förster, para ayudar a su madre a cuidar de su hermano. En abril de 1897 muere su madre a los 71 años y Elisabeth queda a cargo de él, trasladándose a Weimar donde permitió a la gente visitar a su poco comunicativo hermano. Finalmente, Nietzsche muere el 25 de agosto de 1900 a la edad de 56 años, después de contraer neumonía. Por deseos de Elisabeth, su cuerpo fue incinerado y sus cenizas trasladadas a Röcken, su ciudad natal, para ser depositadas en el cementerio de la parroquia, junto a los restos de su padre.

Si bien hoy se reconoce el valor de sus textos con independencia de su atormentada biografía, durante algún tiempo la crítica atribuyó erróneamente el tono corrosivo de sus escritos (especialmente los últimos) a la enfermedad que padecía desde joven y que terminó por ocasionarle la locura.

La enfermedad de Nietzsche y causa de su demencia es de origen incierto y ha sido un tema constante de especulación. Un frecuente y temprano diagnóstico era una infección de sífilis, sin embargo, algunos creen que varios de los síntomas de Nietzsche eran inconsistentes. Otro diagnóstico posible es un meningioma derecho retroorbital, un tipo de cáncer cerebral.

Pensamiento

Friedrich Nietzsche y su pensamiento

Nietzsche vive en una época crucial para la historia de Occidente; después de haber desbastado los residuos feudales con la Revolución Francesa, la burguesía, por pura dinámica social, tiende a imitar y restablecer, aunque inconscientemente, las normas antiguas. Pero éstas se basaban en la sacralidad de todas sus formas y, por tanto, adaptadas por todas las conciencias. El orden burgués se basa por el contrario en el democratismo y lógicamente en el poder económico; por tanto, todas las normas de convivencia que invoquen a la moral, pueden ser -en este caso si- dialécticamente discutidas, luego devienen irreversiblemente heridas hasta ser demolidas.

Lo apolíneo y lo dionisíaco

En El nacimiento de la tragedia (1872), Nietzsche plantea que en la civilización griega anterior a Sócrates existía un equilibrio entre dos fuerzas o elementos representados por dos dioses: Apolo y Dioniso. Apolo es el dios de la razón, la luz, el orden, la moderación. Se manifiesta en las artes visuales, la escultura, la arquitectura y la poesía épica, que valoran la forma y la armonía. En cambio Dioniso es el dios de la pasión, el desenfreno, la embriaguez, la locura, el caos, lo irracional. Se manifiesta en la música y la danza. Es la fuerza de la desintegración y la creatividad primordial, que rompe las fronteras individuales y provoca una experiencia colectiva y extática.

Nietzsche creía que estas fuerzas representan aspectos opuestos pero complementarios de la experiencia humana y de la vida y que en la tragedia griega clásica, especialmente en las obras de Esquilo y Sófocles, estos elementos estaban en un equilibrio dinámico y productivo. La tragedia, según él, era el arte que lograba fusionar lo apolíneo y lo dionisíaco, permitiendo que los griegos experimentaran una forma profunda de verdad a través de la tensión y la resolución entre estos dos principios: Hemos de concebir la tragedia griega como un coro dionisíaco que una y otra vez se descarga en un mundo apolíneo de imágenes.. El coro dionisíaco de las tragedias griegas, por ejemplo, canalizaba la energía emocional y caótica, mientras que los elementos estructurados y dialogados representaban la forma apolínea.

Sin embargo, este equilibrio se habría roto debido a Sócrates y a Platón quienes priorizaban la razón y el intelecto sobre la emoción y la intuición y consideraban totalmente necesario el control de las pasiones y los instintos. Nietzsche afirmó que su racionalismo acabó con los elementos dionisíacos, y cultivó sólo los apolíneos, empeñado en mostrar un mundo perfectamente racional y ordenado, cuando Niezsche percibe que la realidad y la mente humana también son caóticas, imprevisibles y cambiantes.

Para Nietzsche, es en este momento en el que comienza la decadencia de Occidente, al perder su integración de lo dionisíaco, lo que hizo que la vida se volviera más superficial y menos auténtica. Consideró a Sócrates como el primer culpable de la moral de rebaño de la sociedad occidental, seguido del cristianismo, que amplificará los valores de igualdad y compasión, llevándolos a su extremo e intentará convencer al hombre de que el mundo en que vivimos no es el verdadero, sino que existe un "más allá".

Es por ello que Nietzsche, a lo largo de toda su obra predicará la recuperación de lo dionisíaco, mediante el amor a la vida y la revalorización de los instintos y lo terrenal.

Dios ha muerto

En Así hablaba Zaratustra, Nietzsche considera la muerte de Dios como un requisito previo al advenimiento del Übermensch ("Superhombre"). La noticia de la muerte de Dios es la primera enseñanza de Zaratustra. En el primer encuentro que Zaratustra tiene, apenas ha abandonado su retiro en la montaña, con el que resulta ser un religioso, se sorprende:

¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto!.
Así hablaba Zaratustra

Esta expresión de Nietzsche: "¡Dios ha muerto!" ("Gott ist tot"), que a las derechas clericales les ha parecido, en el mejor de los casos, una declaración de ateísmo, una caprichosa y excéntrica afirmación, cuando no una blasfemia, siendo así una de las frases peor comprendidas en la historia de la filosofía, expresa en realidad algo mucho más profundo y al mismo tiempo dramático.

Nietzsche observó que a partir de la Revolución Francesa y la Ilustración, la religión cristiana fue perdiendo progresivamente su influencia y credibilidad, y la autoridad de las instituciones religiosas se debilitó. El avance de la ciencia, la secularización y el creciente escepticismo hacia las explicaciones religiosas del mundo estaban erosionando la creencia en Dios. La frase "Dios ha muerto" refleja el reconocimiento de que las creencias y valores tradicionales basados en la religión ya no tienen el mismo poder ni la misma relevancia en la sociedad contemporánea. El ateísmo moderno aparece para combatir al cristianismo teniendo como arma a la razón. La secularización marcó el fin de la función estructuradora de la religión en el seno de la sociedad. El Dios al que Nietzsche proclama "muerto" en 1886 no es otro que este Dios moral, el Dios de la metafísica occidental dominada por las concepciones judeocristianas de lo sagrado. Nietzsche dice que "Dios ha muerto" porque este Dios ya no es necesario para comprender el mundo. La muerte de Dios ha liberado al fin al hombre de las cadenas del cristianismo.

Sin embargo, una vez liberado, el hombre se encontró con el abismo de la nada. El hombre, aunque libre del yugo del cristianismo, quedó a la deriva, solo y perdido, sin valores preestablecidos: no existe ya ninguna estructura racional y universal en la cual apoyarse. Entonces el fantasma del nihilismo recorre Europa. Con la muerte de Dios, Nietzsche veía una crisis profunda en la moral y los valores occidentales.

El nihilismo es entonces la conciencia de un largo despilfarro de fuerzas, la tortura del “en vano”, la inseguridad, la falta de oportunidad para rehacerse de alguna manera, de tranquilizarse todavía con cualquier cosa; la vergüenza de sí mismo, como si uno se hubiera mentido a sí mismo demasiado tiempo.
La Voluntad de Poder, libro I, § 12 A.

Los valores supremos pierden su validez, y todo aquello que en el cristianismo, en la moral y en la filosofía se encontraba establecido con el carácter de leyes intangibles o de verdades absolutas, pierde su virtud imperativa. Todo aquello que se creía verdadero resultó ser una farsa. De forma que la muerte de Dios en la conciencia colectiva volvió desdichada a esta misma conciencia y resultó en una sociedad espiritualmente deprimida. Si Dios ya no es la fuente de los valores absolutos y universales, entonces la humanidad se enfrenta a un vacío moral y a la necesidad de revaluar todos los valores. Ya no hay una autoridad suprema que dicte lo que es correcto e incorrecto, lo que lleva a una situación donde los individuos deben encontrar o crear nuevos valores por sí mismos.

El "Dios muerto" dejó una ausencia y un hueco. Para llenar este vacío, la modernidad utilizó una serie de sustitutos profanos: "progreso", "ciencia", "revolución", "dinero", etc. Es así que el asesino de Dios es demasiado débil para afrontar las consecuencias de su propio crimen y pronto se dispone a adorar a nuevos falsos ídolos.

Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?
La gaya ciencia, sección 125

La gran noticia se propaga: Dios ha muerto, y con él todo el reino de los valores suprasensibles, de las normas y de los fines que hasta ahora habían regido la existencia humana. Ya no es posible continuar engañándose con el espejismo de la idea de otro mundo superior al nuestro, donde reinan desde siempre y para siempre el Bien, la Verdad y la Justicia, se nos revela como la falsa proyección de nuestros deseos en un más allá inexistente. No hay nada que ver detrás del telón: ese mundo ajeno al cambio, a la muerte, al dolor y a la mentira no es otra cosa que la pura nada, un ideal vacío, una mentira piadosa que hemos confeccionado invirtiendo los caracteres de nuestro mundo real que estimamos indigno de ser vivido por sí mismo. Y «ahora que se hace claro el mezquino origen de estos valores, nos parece que el universo se desvaloriza, “pierde su sentido"...». Nos encontramos así con dos formas de negación de la vida aparentemente opuestas, pero rigurosamente complementarias: el nihilismo pesimista y la metafísica optimista del idealismo. La primera es tan solo la consecuencia lógica de la segunda. que contiene ya, en sí misma, el germen del nihilismo, pues el fundamento de sus valores no es otra cosa que la pura nada. Constituye así un nihilismo inconsciente que ignora su propia mentira como tal mentira. Cuando esta mentira se desvela a la conciencia, irrumpe el nihilismo propiamente dicho. Pero, en definitiva, la historia de la humanidad desde Platón y el cristianismo hasta ahora, es siempre la historia de un «tedium vitae» cada vez más pronunciado. Primero despreciábamos la vida como imperfecta, desde la altura de los valores superiores; ahora desvalorizamos esos valores del mundo superior, pero con ello nuestro mundo, el que vivimos, de ninguna forma ha ganado en valor. Al contrario, decepcionados por la inexistencia de ese mundo ideal, sobre cuya naturaleza nos gustaría engañarnos, nuestra vida, desprovista ya de todo sentido y de toda finalidad, rueda cada vez más lejos hacia su propia nada.

Sin embargo, esto sólo constituye para Nietzsche un estado de transición. Su perspicacia filosófica le impide caer, al modo de los promotores del existencialismo, en un dogmatismo del absurdo. Ya que lo que se esconde tras el sentimiento del absurdo es todavía un resentimiento inconfesado contra el ser, en tanto que éste no se pliega a nuestros cánones morales.

Como se ha visto, la idea de Dios, que hasta entonces impregnaba toda la existencia humana, desaparece. El orden antiguo debe, pues, ceder su puesto a un orden nuevo. Pero, ¿qué tipo de orden debe ser este?, este es el problema fundamental con el cual Nietzsche se enfrenta y trata de esclarecer a lo largo de toda su vida y su obra. El esfuerzo gigantesco que realiza para la adivinación de la nueva era que debe venir le hace decir en sus postrimerias: "no es la duda, es la certeza lo que vuelve loco".

Es entonces cuando Nietzsche propone superar el nihilismo creando nuevos valores.

Moral de señores y moral de esclavos

En Más allá del bien y el mal y La genealogía de la moral, el tema central es la descripción genealógica y el desarrollo de los sistemas morales modernos. Para Nietzsche, hubo en un momento dado de la historia, un cambio radical en la manera de pensar en términos de lo "bueno" y lo "malo" y del "bien" y el "mal".

Nietzsche piensa que hay dos clases de hombres: los señores y los siervos, que han dado distinto sentido a la moral. Para los señores, el binomio «bien-mal» equivale a «noble-despreciable». Desprecian como malo todo aquello que es fruto de la cobardía, el temor, la compasión, todo lo que es débil, tímido y mezquino y lo que disminuye el impulso vital. Aprecian como bueno, en cambio, todo lo superior, altivo, osado, fuerte y dominador, la lucha constante de la vida. Las formas iniciales y primigenias de moralidad fueron establecidas por una aristocracia guerrera y otras castas dirigentes de las antiguas civilizaciones.

Nietzsche presenta esta "moral de señores", como el sistema original y natural de la moral, quizás más asociado por él con la Grecia homérica, pero inherente a todos los pueblos indoeuropeos. La moral real es creación única de los señores, y se basa en la fe en sí mismos, el orgullo propio, en la fuerza, en lo bello y lo sano. De acuerdo con la moral de señores, el superdotado no tiene obligación alguna de someterse a las normas de los que son más débiles que él, y todas sus acciones, al obedecer a instintos naturales y a una personalidad auténticamente noble, que se comparan con las acciones de un depredador frente a su presa, no serían vistas como "buenas" o "malas", sino que estarían "más allá del bien y del mal".

Por el contrario, la moral de los siervos nace del resentimiento de los oprimidos, enfermos, débiles y fracasados, y se produce como reacción a la moral de los señores, comenzando por condenar los valores y las cualidades de los poderosos. Una vez denigrado el poderío, el orden, la gloria de los señores, el esclavo procede a decretar como «buenas» las cualidades de los débiles y exalta las debilidades y los vicios presentándolos como virtudes y los extiende por el mundo.

Los siervos inventan una moral que hace más llevadera su condición de esclavos y de incapaces. Como los esclavos son débiles y no pueden actuar bajo las reglas de los fuertes, promueven valores como la mansedumbre, la sumisión, la resignación, el conformismo, la paciencia, la humildad, la compasión, la misericordia, el pacifismo, la tolerancia, la igualdad (muchas de las cuales que son propias del cristianismo) y critican el poder, la pasión, la supremacía, el orgullo, la superación, la gloria y la fuerza.

Los judíos - un pueblo «nacido para la esclavitud», como dicen Tácito y todo el mundo antiguo, «el pueblo elegido entre los pueblos», como dicen y creen ellos mismos - los judíos han llevado a efecto aquel prodigio de inversión de los valores gracias al cual la vida en la tierra ha adquirido, para unos cuantos milenios, un nuevo y peligroso atractivo: - sus profetas han fundido, reduciéndolas a una sola, las palabras «rico», «ateo», «malvado», «violento», «sensual», y han transformado por vez primera la palabra «mundo» en una palabra infamante. En esa inversión de los valores (de la que forma parte el emplear la palabra «pobre» como sinónimo de «santo» y «amigo») reside la importancia del pueblo judío: con él comienza la rebelión de los esclavos en la moral.
Más allá del bien y del mal § 195.

De este modo, para Nietzsche, la modernidad, heredera absoluta del judeocristianismo, la Revolución Francesa y el socialismo, se ha sumido en una moral de esclavos que es incompatible con la naturaleza y sus leyes, pues ha suprimido los instintos y los impulsos vitales, lo que gradualmente llevaría a la humanidad a su autodestrucción. Se necesitaría una "transmutación de todos los valores" para revertir este proceso de decadencia, en la que muchas de las cosas consideradas actualmente como "malas" fueron en el principio de los tiempos, buenas y viceversa.

Crítica de la moral judeocristiana

Véase también: Crítica al cristianismo


Para Nietzsche, el cristianismo es una religión de aflicción y mansedumbre (surgida de los judíos y predicada a los gentiles en venganza por la ocupación romana y la destrucción del Templo de Jerusalén) que predica el abandono de la vida deprimiendo los impulsos vitales, alejando al hombre de todo aquello que lo hace un ser vivo, y, en un sentido existencial, atrayéndolo hacia la muerte y la nada con promesas de una "vida eterna" y promoviendo un tipo de moral que exalta las debilidades y los vicios presentándolos como virtudes extendiéndolos por el mundo como una plaga venenosa.

Nietzsche ve en el cristianismo el fermento de debilitación de Occidente. Según él, el cristianismo no ha hecho más que reanudar, disfrazándolo, los temas del judaísmo, el odio a las clases aristocráticas, el odio a las individualidades superiores, envenenando a la humanidad ofreciendo una moral de víctimas y resentidos. Hace reanudar en el cristianismo todos los traumas de una comunidad judía dominada por los sacerdotes, quienes para ser perpetuamente dirigentes necesitan de una masa de oprimidos, de fracasados y de paranoicos. Más que a esta partida de apóstoles de Jesús, Nietzsche acusa directamente a Pablo de Tarso (un judío de ciudadanía romana), de esta transfusión venenosa de judaísmo transformado en cristianismo y trasplantado a Occidente.

¿Qué es entonces el cristianismo? Y Nietzsche responde: "Es la forma decadente del mundo antiguo". Pero hasta llegar hasta sus últimas consecuencias, el cristianismo ha tenido que engendrar debilitación en el espacio y en el tiempo, así dice seguidamente "Porque la Revolución Francesa es la hija y la continuadora del cristianismo... tiene ese mismo instinto hostil a las castas, a la aristocracia, a los últimos privilegios. A consecuencia de la Revolución Francesa, el "socialismo" (léase, marxismo), tiranía extrema ejercida por necios y mediocres, disimula mal su voluntad de negar la vida".

Así todo se concatena: de Sócrates al cristianismo, de éste a la Revolución Francesa y de ésta al "socialismo", en formas y ropajes diferentes es el mismo fenómeno de debilitación; en una palabra: Decadencia.

Nietzsche fue más allá de los pensadores anticristianos de la Ilustración, quienes sentían que el cristianismo era simplemente falso. Él afirmaba que fue deliberadamente infundido por la judería como una religión subversiva ideada como un arma psicológica contra el Imperio Romano por el apóstol Pablo y luego propagada con mayor virulencia con el fin de cobrar venganza por la destrucción de Jerusalén y el Templo en manos de los romanos durante la Primera guerra judeo-romana.

¿Pero no lo comprendéis? ¿No tenéis ojos para ver algo que ha necesitado dos milenios para alcanzar la victoria?… No hay en esto nada extraño: todas las cosas largas son difíciles de ver, difíciles de abarcar con la mirada. Pero esto es lo acontecido: del tronco de aquel árbol de la venganza y del odio, del odio judío -el odio más profundo y sublime, esto es, el odio creador de ideales, modificador de valores, que no ha tenido igual en la tierra- brotó algo igualmente incomparable: un amor nuevo, la más profunda y sublime de las especies de amor. ¿Y de qué otro tronco habría podido brotar?... Mas, ¡no se piense que brotó acaso como la auténtica negación de aquella sed de venganza, como la antítesis del odio judío! ¡Lo contrario es precisamente la verdad! Ese amor nació del odio como si fuera su corona, como una corona triunfante, dilatada con amplitud siempre mayor en la más pura luminosidad y plenitud solar, y en el reino de la luz y la altura ese amor perseguía las metas de aquel odio, perseguía la victoria, el botín, la seducción, con el mismo afán, por así decirlo, con que las raíces de aquel odio se hundían con mayor radicalidad y avidez en todo lo que poseía profundidad y era malvado.


Ese Jesús de Nazaret, evangelio viviente del amor, ese "redentor" que trae bienaventuranza y la victoria a los pobres, a los enfermos, a los pecadores —¿no era él precisamente la seducción en su forma más inquietante e irresistible, la seducción y el desvío precisamente hacia aquellos valores judíos y hacia aquellas innovaciones judías del ideal? ¿No ha alcanzado Israel, justamente por el rodeo de ese "redentor", de ese aparente antagonista y liquidador de Israel, la última meta de su sublime ansia de venganza? ¿No forma parte de la oculta magia negra de una política verdaderamente grande de la venganza, de una venganza de amplias miras, subterránea, de avance lento, precalculadora, el hecho de que Israel mismo tuviese que negar y que clavar en la cruz ante el mundo entero, como si se tratase se su enemigo mortal, al auténtico instrumento de su venganza, a fin de que "el mundo entero", es decir, todos los adversarios de Israel, pudieran morder sin recelos precisamente de ese cebo? ¿Y por otro lado, se podría imaginar en absoluto, con todo el refinamiento del espíritu… algo que iguale en fuerza atractiva, embriagadora, aturdidora, corruptora… a aquella horrorosa paradoja de un "dios en la cruz", a aquel misterio de una inimaginable, última, extrema crueldad y autocrucifixión de Dios para salvación del hombre?… Cuando menos, es cierto que sub hoc signo [bajo este signo] Israel ha venido triunfando una y otra vez, con su venganza y su inversión de todos los valores sobre todos los demás ideales, sobre todos los ideales más nobles.
Genealogía de la moral, Tratado Primero, 8.
El cristianismo fue desde el comienzo, de manera esencial y básica, náusea y fastidio contra la vida que no hacían más que disfrazarse, ocultarse, ataviarse con la creencia en «otra» vida distinta o «mejor».
El Nacimiento de la Tragedia, p.23.
Esta acusación eterna contra el cristianismo la quiero escribir en todas las paredes; yo tengo un alfabeto aun para los ciegos... Llamo al cristianismo la gran maldición, la gran corrupción soterrada, el gran instinto de la venganza para el cual ningún medio es bastante pérfido, furtivo, subrepticio y mezquino; lo llamo, en resumen, la mancha inmortal de la humanidad.
El Anticristo, 62.
El cristianismo es conocido como la religión de la lástima.... La lástima pone trabas a esa ley de la evolución que es la selección. Conserva lo que ya está maduro para perecer; constituye una resistencia que milita a favor de los desheredados y los sentenciados de la vida. A causa del gran número y de la gran variedad de cosas fracasadas que conserva en la vida, confiere a ésta un aspecto sombrío y dudoso.


Multiplicar la miseria y conservar todo lo miserable, significa uno de los principales instrumentos para incrementar la decadencia.
El Anticristo, 7.
El cristianismo sólo puede ser entendido si se parte del ámbito en el que apareció: no fue un movimiento de reacción contra el instinto judío, sino su consecuencia lógica, una deducción más de su terrible lógica. Por decirlo con las palabras del Redentor: "La Salvación viene de los judíos."
El Anticristo, 24.
La incapacidad de ofrecer resistencia se traduce en una moral ("no resistas al mal" constituye la frase evangélica más profunda, y la que, en cierta medida, nos ofrece su clave).
El Anticristo, 29.
El cristianismo ha difundido de la manera más intensa el veneno de esa doctrina que afirma que "todos tenemos los mismos derechos". El cristianismo ha hecho una guerra a muerte, desde los más recónditos rincones de los malos instintos, a todo sentimiento de respeto y de distancia posible entre los seres humanos; es decir, ha combatido el fundamento y la base de toda elevación, de todo avance de la cultura. Ha convertido en su arma principal el resentimiento de las masas contra nosotros, contra todo individuo aristocrático, alegre y generoso que pueda haber en la Tierra; contra nuestra felicidad en la Tierra. Conceder la "inmortalidad" a cualquier hijo de vecino ha supuesto el atentado mayor y más perverso que se ha cometido hasta hoy contra la humanidad aristocrática.


El cristianismo es una rebelión de todo lo que se arrastra por el suelo contra todo lo que tiene altura.
El Anticristo, 43
Para no perder de vista el hilo, consideremos ante todo que estamos entre judíos. La elevación de lo personal a la categoría de lo "santo", que alcanza en este caso un nivel de genialidad no logrado jamás por ningún otro libro ni por ningún ser humano, esa falsedad de palabra y de obra hecha arte, no es el fruto casual del don de un individuo, de un carácter personal fuera de serie. Es el producto de una raza. Todo el judaísmo, con su aprendizaje y su técnica seculares y rígidos, logra su obra maestra en el cristianismo en cuanto al arte de mentir santamente. Esa última ratio de la mentira que es el cristianismo representa al judío elevado al cuadrado e incluso al cubo…


Toda esa falsedad sólo fue posible por el hecho de que ya existía en el mundo una especie semejante, radicalmente semejante, de delirio de grandeza: el delirio de grandeza característico del judío. Cuando se abrió el abismo entre judíos y judeocristianos, no les quedó a estos últimos otra alternativa que utilizar contra los judíos los mismos procedimientos para sobrevivir que había dictado el instinto judío, mientras que los judíos habían estado hasta entonces empleando esos procedimientos contra los no-judíos exclusivamente.
El Anticristo, 44.
En el momento en que los estratos enfermos y corrompidos de los parias (chandalas) se cristianizaron en todo el Imperio, existía, en su manifestación más hermosa y madura, su tipo contrapuesto: la aristocracia. La mayoría acabó dominando; el espíritu democrático de los instintos cristianos se impuso. El Cristianismo no tenía un carácter "nacional", ni estaba determinado por la raza: se dirigía a todas las variedades de desheredados de la vida, contaba con aliados en todos los sitios. El cristianismo se fundó en ese rencor característico de los enfermos que se dirige instintivamente contra los sanos, contra la salud. Todo lo que está bien constituido, lo altivo, lo soberbio y, sobre todo, lo hermoso, le hiere los ojos y los oídos.
El Anticristo, 51.
El cristianismo fue el vampiro del Imperio Romano; en una noche aniquiló esa obra ingente llevada a cabo por los romanos de conquistar un terreno sobre el que construir un imperio perdurable.


Efectivamente, San Pablo representó el odio del chandala a Roma, al "mundo", encarnado, convertido en genio; el Eterno Judío por antonomasia. Él fue quien intuyó la forma como se podría provocar "un incendio a escala mundial", con ayuda de la reducida secta cristiana, al margen del Judaísmo; el modo como se podía concentrar en un ingente poder, bajo el símbolo del "Dios crucificado", todo lo inferior, lo clandestinamente rebelde, la herencia entera de las intrigas anarquistas existentes en el seno del imperio. "La Salvación proviene de los judíos". El Cristianismo podía ser la fórmula que superar a todos los tipos de culto subterráneo (los de Osiris, los de la Gran Madre, los de Mitra, por ejemplo).
El Anticristo, 58.
En todas las épocas se ha querido "mejorar" a los hombres, y a esto se le ha llamado por antonomasia "moral". No obstante, en esta misma palabra se encierran las más diferentes tendencias. A la doma de la bestia humana y a la cría de una determinada clase de hombres se le dio el nombre de "mejoramiento": sólo estos términos zoológicos designan realidades, y realidades que precisamente el "mejorador" característico, el sacerdote, ni conoce ni quiere conocer... Llamar "mejoramiento" a la doma de un animal es algo que a nosotros nos suena casi como una burla. Quien sepa lo que pasa en los lugares donde se doma a animales salvajes dudará mucho de que éstos sean "mejorados". Se les debilita, se les hace menos dañinos, se les convierte en unos animales enfermizos, a base de deprimirles mediante el miedo, el dolor, las heridas y el hambre. Lo mismo pasa con el hombre domado que ha "mejorado" el sacerdote.


En la Alta Edad Media, cuando la Iglesia era realmente un lugar de doma de animales, se daba caza por todas partes a los mejores ejemplares de la "bestia rubia"; se "mejoró", por ejemplo, a los aristócratas germanos. Pero, ¿qué aspecto presentaba luego este germano "mejorado" a quien recluían con engaños en un monasterio? El de una caricatura de hombre, el de un engendro: lo habían convertido en "pecador", encerrado en una jaula y aprisionado por terribles ideas. Allí yacía enfermo, sombrío, aborreciéndose a sí mismo, con un odio mortal a todos los impulsos que incitan a vivir, recelando de todo lo que seguía siendo fuerte y dichoso: en suma, había sido convertido en un cristiano. Hablando en términos fisiológicos, en la lucha con la bestia, la única forma de debilitarle puede ser conseguir que enferme. Así lo entendió la Iglesia; echó a perder al hombre, lo debilitó, pero pretendió haberlo mejorado.
El ocaso de los ídolos, 5.
... Tenemos, por un lado, la humanidad aria, totalmente pura, totalmente originaria, y comprobamos que el concepto de "pureza de sangre" dista mucho de ser una idea banal. Por otra parte, se percibe claramente en qué pueblo se ha perpetuado el odio de los chandalas contra esa "humanidad", haciendo de él una religión y una inclinación arraigada. En este sentido los Evangelios constituyen un documento de primer orden; más incluso que el libro de Henoch. El cristianismo, surgido de raíces judías y sólo explicable como planta característica de este suelo, representa el movimiento opuesto a toda moral de cría, de raza y de privilegio. Es la religión antiaria por excelencia. El cristianismo es la inversión de todos los valores arios, el triunfo de los valores chandalas, el evangelio dirigido a los pobres e inferiores, la rebelión general de todos los oprimidos, miserables, malogrados y fracasados dirigida contra la "Raza"; la venganza eterna de los chandalas convertida en religión del amor.
El ocaso de los ídolos, 4.

Voluntad de Poder

Una de las concepciones más hondas en Nietzsche es la Voluntad de Poder. Pero la expresión alemana "Das Wílle zur Macht" parece que tiene más fuerza, viene a significar "la voluntad tensa hacia el poder actuante". Este concepto provee una base para una mejor comprensión del comportamiento humano en particular, y orgánico en general, trascendiendo explicaciones superficiales como las basadas en la simple adaptabilidad y supervivencia del darwinismo.

¿En qué consiste el poder? Nietzsche dice:

La lucha por la existencia, esa fórmula designa un estado de excepción. La regla es más bien la lucha por el poder, la ambición de tener más y mejor, y más aprisa y más a menudo.
¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder en sí mismo.

¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad.

¿Qué es felicidad? La conciencia de que se acrecienta el poder; que queda superada una resistencia.

No contento, sino aumento de poder; no paz, sino guerra; no virtud, sino aptitud (virtud al estilo renacentista, virtù, virtud carente de moralina).

Los débiles y fracasados deben perecer; tal es el axioma capital de nuestro amor al hombre. Y se les debe ayudar a perecer.

¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La compasión activa con todos los débiles y fracasados; el cristianismo...
El Anticristo, § 2.

La mejor manera de abordar este concepto es por medio de la crítica nietzscheana a la teoría de la evolución de Darwin. Nietzsche creía en la evolución biológica, pero rechazaba la versión de Darwin a la que consideraba "reactiva", en lugar de "proactiva". En el darwinismo los organismos meramente "reaccionan" a su entorno y se adaptan a él sólo para sobrevivir. Pero Nietzsche veía en los instintos de los seres vivos una fuerza que iba más allá del mero impulso a sobrevivir, protegerse y reproducirse (esto es, más allá de la "voluntad de vivir" de Schopenhauer), pues de sólo ser esto la vida se estancaría. Nietzsche creía que los organismos no sólo se adaptan reactivamente a los caprichos azarosos de su entorno, sino que proactivamente buscan dominarlo y darle poder a su especie, incluso buscando una evolución casi dirigida. La supervivencia era sólo una de las consecuencias de un deseo aún mayor, un impulso hacia una "supravivencia", un deseo perpetuo de todo ser vivo por ir más allá de todos, el todo y hasta más allá de sí mismo, más allá de la muerte. Este impulso irracional o deseo perpetuo por expandirse impreso en cada ser es lo único que da sentido a la existencia.

En toda su obra, Nietzsche no razona simplemente como filósofo o filólogo; aporta además sus profundos conocimientos como fisiólogo y como biólogo. Así, concibe la historia como biólogo pero rechaza tanto el cientificismo como la religión por su parcialidad y reduccionismo. Para él, la vida no es ni un conjunto de reacciones químicas o una combinación de partículas elementales ni el capricho de un ser sobrenatural. En sus fragmentos póstumos ya mencionados, recopilados por su hermana y por los editores, hasta concluir en la obra intitulada "Voluntad de Poder", dice lo siguiente:

Hay que ver en la vida una organización cualitativa que sólo puede captarse desde el interior. La influencia de las circunstancias exteriores ha sido locamente exagerada por Charles Darwin.

Lo esencial del proceso vital es, justamente, esa fuerza inmensa que crea las formas desde dentro, que utiliza, que explota, las circunstancias exteriores. Y continúa:

... Me adhiero al movimiento mecanicista que reduce todos los problemas de la moral y de la estética a problemas de fisiología, éstos a problemas químicos, éstos a problemas mecánicos, pero con la diferencia de que no creo en la materia.

Si rechaza tanto el mecanicismo materialista que describe los fenómenos desde el exterior sin esclarecerlos, y también las simplistas exposiciones religiosas del cristianismo que usan y abusan de la fe como única vía de conocimiento, resulta que para explicar la evolución de la humanidad tiene forzosamente que existir una fuerza interna que obedezca a una lógica. Para Nietzsche esa fuerza interna no es otra que la Voluntad de Poder, de la cual la vida no es más que una forma particular. La decadencia por lo tanto es un fenómeno psicológico, no un accidente, sino un momento 'necesario' de toda la manifestación de la vida. Contra la decadencia nada se puede "una sociedad no es libre de permanecer joven".

No puede impedirse la decadencia, como tampoco se puede mantener una planta, un animal o un hombre en perpetua juventud. En esta certeza sobre la caducidad, en toda la obra de Nietszche se notan las coincidencias con Gobineau en cuanto a la muerte de las sociedades por efectos de los mestizajes raciales. En unos párrafos de Aurora, Nietzsche establece estos principios, así como el posible renacimiento mediante la depuración racial: labor ardua y de tiempo. ¡Una tarea para el futuro!

Pero hemos visto también que, sobre el fenómeno de degeneración por efectos raciales, añade -si es que todo no proviene de lo mismo (apuntamos nosotros)- efectos psicológicos. ¿Qué cabe hacer entonces? En lugar de resistir a la decadencia ineluctable y de obrar contracorriente, hay que precipitarla, o al menos mantenerse muy al margen y dejar pasar la marca (ver "Cavalgare el tigre" de Julius Evola). Cuando los valores ya no son vigentes, es preferible que desaparezcan cuanto antes pero esto ultimo, es labor para nihilistas, marxistas, anarquistas y demás chusma. ¡Destruir! Ese es su trágico protagonismo.

Puestas así las cosas, pudiera creerse que la visión trágica de Nietszche conduce al suicidio y a la nada. Pero justo en este momento, pasa enseguida a otro plano. Del Nietzsche crítico, biólogo, fisiólogo, pasa al visionario:

"Lo que cuento es la Historia de los dos siglos próximos. Describo lo que vendrá, lo que ha de venir infaliblemente: el advenimiento del nihilismo. Esa historia puede ser contada ya desde ahora, pues la misma necesidad está manos a la obra".

Pero el nihilismo necesita ser superado, la misma necesidad estará también manos a la obra en el momento oportuno. Nietzsche remata su pensamiento con dos visiones grandiosas: el superhombre (Der Übermensch) y el Eterno Retomo.

El Superhombre

Algo tan complejo de definir y más de comprender hace que Nietzsche sólo pueda explicarlo metafóricamente en Así habló Zaratustra. Y es que las grandes visiones e intuiciones sólo pueden ser contadas de esta forma. Sin embargo, puede deducirse que, para Nietzsche, el hombre es un ser inacabado, que, lo mismo puede tender a la superación que a la regresión; en el Zaratustra dice así:

El Übermensch es el sentido de la tierra. Yo os lo conjuro, oh hermanos míos!, permaneced fieles a la tierra... El sentido de la tierra es la aceptación de la voluntad de poder, la toma de responsabilidad de la fuerza que está en el hombre.

El hombre es un ser incompleto, pues todo animal da lugar a algo superior. Es un puente entre el simio y el Übermensch. El hombre es, por tanto, algo que debe ser saltado, superado. El Übermensch es un ser que ha evolucionado hacia una forma de vida superior en todos los aspectos y sentidos: biológicos, físicos, genéticos, intelectuales, psíquicos, espirituales, morales. Tiene una moral de señores, es un noble, y actúa conforme a su voluntad de poder: es un hombre legislador, él crea sus propias normas, morales y de todo tipo, además es un hombre que somete las cosas a su voluntad, es un hombre vital: ama la vida y este mundo. Este "Superhombre", ya desprovisto de dioses, en el futuro tendrá que valerse únicamente de sus fuerzas, sin esperar para él acciones sobrenaturales, es un ser que acepta y desea su propia situación y su Eterno Retorno, pues cuando toma una decisión realmente la quiere tomar, y no se arrepiente de sus actos, da un enérgico SÍ a los hechos y se autoafirma por la acción, la lucha y la voluntad de poder. Sabe que la vida es en parte dolor y en parte placer, pero no reniega de ello.

Las tres metamorfosis del espíritu

En una célebre parábola de Zaratustra, Nietzsche simboliza la transición hacia el Übermensch por medio de tres figuras: el camello, el león y el niño. Son las tres metamorfosis del espíritu: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.

El camello es una bestia de carga que se pone de rodillas para llevar la carga más pesada que le aplasta. Representa a aquellos que no poseen libertad y se disponen a obedecer ciegamente. Son los que sólo escuchan y tienden a arrodillarse y a recibir la carga que esto trae. Totalmente dispuestos a soportar las obligaciones sociales por tratar de entender su lugar en su entorno. Obedecer sin más a los valores que se presentan y se adquieren como creencias y adjudicarse dicho sistema de creencias como propio ya que es la base a la pertenencia en la sociedad. Hay personas que se quedan en este peldaño, pero para algunos hay más. Se abre la oportunidad de una transformación interesante, ya que el espíritu del hombre no puede vivir mucho tiempo de esta manera, si es que añora experimentar mucho más. Entonces da paso a que el camello quiera más y busque la siguiente transformación, la del león.

El león quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su propio desierto. No se inclina ante nadie. Simboliza por lo tanto al ser humano liberado de las cargas morales y sociales. Representa al rebelde, que rechaza todos los valores tradicionales y busca romper con lo establecido. Su fuerza se agota en el esfuerzo por buscar la contraparte a todo. El león se rebela, se libera y en actitud de negación y de destrucción corresponde a la actitud nihilista. Este es el enemigo del último año y del último Dios: quiere medirse con el 'gran dragón'. El alma del gran dragón dice 'debes', pero el alma del león dice 'quiero'. Todos los valores han sido creados en el pasado y la suma de todos ellos soy "yo" (el 'gran dragón" significa las viejas normas que perduran y en las que nadie cree realmente: religión, ética, moral, etc). Pero si la función del león es destruir, entonces no crea valores nuevos, sino que sólo los invierte (véase lo dicho anteriormente sobre el trágico protagonismo que tienen asignados los anarquistas y marxistas en la actualidad). Aún con una faceta de descubrimiento de sí mismo muy diferente a la etapa anterior, se puede ver que, basando su realidad en lo que ya fue creado antes, todavía hay mucha resistencia y rigidez, inclusive violencia. De hecho, puede que no exista la gentileza y no hay una soltura verdadera. El poder creador no ha llegado completamente a sí mismo, no ha surgido desde el espacio más puro, donde su propia y verdadera riqueza se encuentra.

Después de esta etapa, el león también tiene la necesidad de transformarse, ahora en niño. En esta nueva transformación, él tiene que resurgir de una manera muy diferente. Se presenta superar su autosuficiencia y el sistema de creencias adquirido. "Porque el niño es inocencia pura y olvido, nuevo comienzo, Juego, rueda que se mueve sola, primer móvil y afirmación santa". El niño es inocente pero también es creador. Sólo el niño consigue la espontaneidad de lo vivo, vive presente y en asombro. Está libre de prejuicios y puede crear nuevos caminos antes no vistos. Se dispone a explorar el juego de crear. Se anima a decir sí a la vida, a lo que le rodea y a lo que está por llegar. No analiza ni conceptualiza, se lanza a la aventura y fluye con la vida. Así es como con el retomo a la infancia será la auténtica evolución, con la superación del hombre por el Superhombre. La creación de los nuevos valores será obra del niño.

Con la imagen del niño, Nietzsche está describiendo una faceta necesaria para poder llegar al Superhombre. Las tres habrán sido trascendidas gracias a la naturaleza del Ser. Entonces el Espíritu recordará su naturaleza infinita e indomable. Ya que habrá abrazado los tres peldaños, donde su ego habrá sido trascendido gracias a todas las experiencias que necesitaba para lograrlo. La libertad se entiende entonces como el vivir según nuestros instintos, es decir, actuar de acuerdo a nuestra naturaleza sin encadenarse a conceptos sociales.

Las tres transformaciones del espíritu, coinciden evidentemente con los diferentes estados que el hombre ha adoptado en cada uno de los ciclos históricos, aunque no tratan de dar una cronología exacta, y sólo una situación: la fase del camello puede referirse a la etapa cristiana. Luego la del león puede referirse al periodo que va desde la Revolución Francesa hasta principios del siglo XX y la del niño a lo que vendrá después.

Eterno Retorno

No es posible acercamos verdaderamente a la filosofía de Nietzsche olvidando la teoría, esencial para él, del Eterno Retorno y, por el contrario, son numerosos los que no la tienen en cuenta, con lo cual casi toda su filosofía se reduce en este caso a crítica y destrucción simple. Así se comprende que el nihilismo haya intentado adjudicárselo.

En su obra La gaya ciencia​ Nietzsche plantea un tiempo cíclico del universo en el que todos los acontecimientos, pensamientos, sentimientos e ideas se repiten siempre en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable. De esta forma, plantea que todo lo ocurrido y lo que ocurre en el universo, ha ocurrido ya, y será así ad infinitum.

Esta idea fue retomada después en su libro Así habló Zaratustra.​ En dicha obra, el protagonista descubre esta visión del tiempo y queda desmayado por la impresión. Zaratustra despierta después de siete días de inconsciencia y sus animales lo halagan diciéndole que es el maestro del eterno retorno de lo mismo.

El valor del concepto de eterno retorno ha sido tan discutido como poco entendido. En general, se le considera únicamente desde el punto de vista cronológico, en el sentido de repetición de lo sucedido. Pocas veces es pensado como uno de los conceptos más poderosos de la filosofía moral de todos los tiempos: elegir vivir de un modo tal que si uno tuviera que volver a vivir toda su vida de nuevo una y otra vez infinitamente, pudiera hacerlo con gusto, sin temor ni arrepentimiento. Nietzsche, en su teoría del eterno retorno, enseña sólo una cosa: el ser humano logrará transformarse en el Übermensch cuando logre desear el eterno retorno, porque ama la vida.

El eterno retorno aparecerá así como algo terrible de imaginar para los desdichados, para los que aborrecen la vida, para quienes no hayan vivido al máximo, para quienes no hayan aprovechado su tiempo para vivir de verdad. Sin embargo, el Superhombre es quien considera el eterno retorno como algo positivo porque al haber sido capaz de vivir una vida tan intensa y grandiosa, la posibilidad de que esta pueda repetirse infinitas veces le parece maravillosa. Ante la elección de repetir la misma vida o de tener otra vida diferente, el Superhombre es aquel que no puede sino desear volver a vivir la vida que él considera perfecta e inmejorable.

Nietzsche había intentado dar a esta teoría un fundamento físico y metafísico y en 1882 hubiese querido, con ese propósito, emprender nuevos estudios. Ello no le fue posible debido a que la enfermedad que acabaría con él ya le estaba debilitando. Sin embargo, en la obra cumbre que preparaba: Transmutación de todos los valores, cuya primera parte logró escribir en El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo y los apuntes restantes -póstumos- que configuran La voluntad de poder, aparecen varios intentos para darle solidez y continuidad: "El mundo sería un ciclo que ya se habría repetido un número infinito de veces y cuyo juego se desarrollaría infinitamente". "El movimiento circular no es devenido, es la ley original, al igual que la masa de fuerzas es la ley original sin excepción, sin in fracción posible".

Como puede verse, se trata también de una teoría cósmica. Aquí hay que distinguir entre una teoría cósmica y una teoría científica. Una teoría científica sólo atañe a determinados fenómenos en muchos casos aislados de otros, sin ningún nexo en cuanto a la esencia de la existencia. En cambio, una teoría cósmica abarca globalmente al ser en su totalidad. Los filósofos presocráticos, cuyo pensamiento tanto influyó en Nietzsche, no eran científicos en el sentido moderno de la palabra. El sabio es un tipo ajeno a esta época que ignora también la especialización de las ciencias. Lo que aparece son tentativas de dominar el universo por el pensamiento.

Pero ¿qué es lo perecedero y lo eterno en esta ley cíclica? Y Nietzsche responde: Lo que es ajeno a lo mismo, lo transitorio, los fenómenos de degeneración, de decadencia y de caducidad. Su masa puede cubrir un cierto tiempo las fuerzas de la voluntad de poder, mas no las altera. El eterno retorno de lo mismo no es otra cosa que la promesa del eterno surgimiento de la juventud.

En el momento en que en Europa y en Occidente en general, toda literatura y todo ensayo sólo se reduce a la crítica, Nietzsche sobrepasa esta corriente y afirma que la vida y el pensamiento sólo pueden ser salvados por la vuelta a las antiguas fuentes (anteriores al cristianismo, se entiende) del pensamiento occidental.

Este pensamiento ha sido seguido posteriormente especialmente por Martin Heidegger. Oswald Spengler, cuando escribe su monumental "Decadencia de Occidente", no puede menos que tenerla muy presente. Es también la ley básica de los esotéricos, con René Guénon y Julius Evola como máximos exponentes, Vintila Horia, el gran pensador rumano afincado en España es, hoy por hoy, en nuestra Patria, el hombre que más lejos ha llevado este pensamiento, aunque desde una perspectiva católico integrista, aunque parezca contradictorio si se mira superficialmente. Pero donde más vigor está tomando esta corriente es indudablemente entre los pensadores franceses -antes "intelectuales' del marxismo- con lo que hoy ya es una fuerza pensante de importancia considerable: la nueva filosofía; y en especial, y anterior a éstos, como auténticos 'precursores' en este siglo y en Francia, los componentes y colaboradores de las prestigiosas revistas francesas "Nouvelle Ecole" y "Etudes et Recherches".

De esta última, y como síntesis y broche de lo que acabamos de exponer, entresacamos un párrafo de un artículo de Alain de Benoist: Ya no hay absoluto, pero no podemos vivir sin lo absoluto, sin algo que nos traspasa y que motiva cada uno de nuestros comportamientos. Nadie se libra del problema de su trascendencia. Pero sobre todo, por primera vez, somos conscientes de qué se trata: conscientes del. relatividad de las normas y conscientes de su necesidad. De ahí deriva el que sólo podrá nacer una nueva objetividad de una subjetividad heroica, de una subjetividad afirmada conscientemente como norma para algunos, con tal poder que termine pareciendo natural a todos. ¿Es realmente sobrehumana la resolución de semejante contradicción? Sin duda.

Es que ha llegado el momento de sobrepasar al hombre por lo alto.

Influjos de su pensamiento

Adolf Hitler observando un busto de Nietzsche
Adolf Hitler reuniéndose con Elisabeth, la hermana de Nietzsche.

En cierta forma Nietzsche alimentó indirectamente, varias corrientes neopaganas antisemitas que veían al cristianismo como un invento judío para destruir la genuina moral del hombre blanco.

La filosofía general de Nietzsche, si bien existen puntos de poca importancia que en algunos escritos pueden indicar lo contrario, converge en gran parte con la filosofía del nacionalsocialismo, por lo que muchas de sus expresiones, y en su legítima interpretación, fueron proclamadas como paradigma del movimiento. Filosóficamente este pensador era atractivo para el nacionalsocialismo, pues era un amante de la vida y de la naturaleza. Los nacionalsocialistas amaban la vida y la naturaleza y no pretendían especular sobre Dios o el más allá. Por esta razón el nacionalsocialismo intentó convertirse en una especie de religión sin dios, donde se predicaban todos los valores y tendencias que Nietzsche reflejaba en su Zarathustra, como el orgullo, la voluntad de poder y la restauración de una moral de amos y señores, el espíritu anti-igualitario y antidemocrático, la lucha contra la piedad, el amor a la vida terrenal y la belleza espiritual que puede encontrarse en ella, la dureza y el espíritu aguerrido.

Por ello, Friedrich Nietzsche ha sido considerado por muchos, un precursor (o hasta profeta) del nacionalsocialismo. Hitler mismo fue un fervoroso lector de Nietzsche, a tal punto que obsequió toda una colección de obras a Benito Mussolini. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, el Archivo Nietzsche recibió apoyo económico y difusión. La hermana de Nietzsche, Elisabeth Förster-Nietzsche adoptó fervientemente el ideario nacionalsocialista y se ocupó de distribuir su obra por el Tercer Reich hitleriano.

El pensamiento de Friedrich Nietzsche consistente en que un grupo selecto de individuos se encaminaba a dirigir en un futuro próximo el destino de la humanidad, se enfrentaba a las ideas marxistas basadas en la igualdad de todos los hombres y en la coexistencia política, social y económica, al mismo nivel, de todas las naciones, que serían dirigidas por un proletariado común de índole internacional. Tanto una como la otra filosofía política y social formulaban dos proyectos contradictorios dentro de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, cuando la sociedad europea abandonaba siglos dominados sin contestación por las monarquías y el cristianismo. La esperanza vaticinada por Nietzsche sobre la pronta aparición de un hombre dotado con una gran capacidad de liderazgo, un superhombre, también chocaba con las tesis marxistas acerca de la evolución hacia una sociedad basada en la igualdad de sus componentes. Respecto a los comunistas y al igualitarismo Nietzsche escribía:

¿A quiénes odio yo más entre toda esa chusma moderna? A la chusma "socialista", a esos apóstoles de los parias y de los chandalas que con su minúscula existencia socavan el instinto, el placer y la satisfacción de los propios obreros, fomentando en ellos sentimientos de envidia y enseñándoles lo que es la venganza. La injusticia no radica nunca en la desigualdad de derechos, sino en exigir la "igualdad de derechos".

En Más allá del bien y del mal, considerada por algunos como su mejor obra, Nietzsche escribió:

La sociedad no debe existir para la sociedad, sino como una infraestructura y un andamiaje que permita a una especie selecta de individuos elevarse hasta que puedan cumplir su tarea superior y convertirse, por lo general, en un ser superior. (IX, 258). Toda elevación del tipo "hombre" ha sido y seguirá siendo siempre obra de una sociedad aristocrática... Digamos, sin miramientos, de qué forma ha surgido siempre en la tierra toda cultura superior. Unos hombres, dotados de un carácter muy cercano aún a la naturaleza, bárbaros en todo el sentido terrible de la palabra, en posesión de una fuerza de voluntad y de un ansia de poder aún intactos, se lanzaron sobre razas más débiles, más civilizadas, más pacíficas, dedicadas quizá al pastoreo o al comercio, o sobre antiguas culturas agotadas, cuya última fuerza vital se extinguía en brillantes fuegos artificiales en el ámbito del espíritu y la corrupción. La casta aristocrática fue siempre en sus inicios la casta de los bárbaros, su superioridad no residía tanto en la fuerza física, sino en la fuerza psíquica. Eran hombres más completos, lo cual significa también, en todos los sentidos, «bestias más completas» (IX, 257).

La voluntad es una cualidad elevada a virtud primordial tanto por Nietzsche como por el nacionalsocialismo. El gran documental de Leni Riefenstahl titulado El triunfo de la voluntad ensalza esta virtud, y una de sus consecuencias era el esperado triunfo del nacionalsocialismo, conforme a la definición de Nietzsche:: "Quien ansía superarse posee la voluntad más pura". Nietzsche no sólo aprecia como favorable para Occidente la irrupción de los bárbaros, pueblos germánicos, en el Imperio Romano, donde aceleraron la caída y destrucción de una sociedad ya moribunda de cuyos restos construyeron una nueva, sino que se enorgullece de lo que hicieron sus compatriotas. Nietzsche acierta al decir: "La casta aristocrática fue siempre en sus inicios la casta de los bárbaros", ya que los reyes y los nobles surgieron desde dentro del pueblo por ser los más fuertes o los más feroces. Tanto lo fueron que consiguieron trasladar el poder que obtuvieron a sus descendientes.

La victoria de Prusia sobre Austria-Hungría en Sadowa, en 1866, primordial para la independencia de Prusia; la victoria en la guerra franco-prusiana en 1870, la creación de Alemania y la del Segundo Reich en 1871, modelaron el pensamiento europeísta de Nietzsche. Todos estos eventos sucedieron en tiempos del káiser Guillermo I y de su canciller Bismarck.

Hay hombres inferiores y hombres superiores, el Superhombre pertenece a este segundo grupo; los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se debe ayudarlos a perecer.
El Anticristo.

Esto mismo era enseñado por el Tercer Reich y puesto en marcha mediante su programa de eugenesia nacionalsocialista. El mejoramiento y superación de la propia raza se lograría con una ardua selección científicamente aplicada, superando incluso la antigua eugenesia espartana. Esto conduciría a la creación del Superhombre, tanto en su raíz física como en su perspectiva espiritual. No se trataba de crear solamente un hombre biológicamente superior, sino que también se intentaba dotar al mismo con una cosmovisión ascendente y aristocrática.

Es posible afirmar que el arquetipo de Hombre brindado por la temible SS, fuese el mejor reflejo del arquetipo pretendido por Nietzsche para su superhombre, aunque no en su visión individual sino colectiva. Muchos de los valores y virtudes defendidos por Nietzsche fueron doctrina para la SS.

Solamente un afianzamiento de la moral de esclavos en el mundo, como el que ocurrió al finalizar la Segunda Guerra Mundial, podría permitir la caída de los hombres nobles en una espiral hacia el abismo de la disgenesia, la decadencia y la degeneración, donde los hombres inferiores prosperarían, se multiplicarían y dominarían al mundo con sus reglas.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, se realizan grandes esfuerzos para desvincular su filosofía de la de los vencidos, el nacionalsocialismo.

Sobre los judíos

Existe un debate de quienes afirman que Nietzsche era antijudío y otros quienes dicen que algunas veces se mostró con reparos frente a la oleada antisemita que se vivía en aquel entonces. Para llegar a una conclusión deben leerse sus libros. Su anticristianismo es a su vez antijudaísmo, pues afirma en Genealogía de la moral que el cristianismo emana de un pueblo de esclavos y resentidos que luego se expande a Europa quitándole con esa nueva "moral de esclavos" todo su orgullo y grandeza que detentaba en el Imperio Romano.

Algunos escritos y cartas de Nietzsche revelan un evidente disgusto hacia los antisemitas de su tiempo, como Richard Wagner o el esposo de su hermana, Bernhard Förster. Esto ha llevado a algunos a concluir errónea o malintencionadamente que Nietzsche era "filosemita" y que esta supuesta simpatía por el pueblo de Israel habría sido, incluso, la razón de fondo que minó la amistad entre el filósofo y el compositor Richard Wagner. Sin embargo, Nietzsche criticaba a los antisemitas porque en ese tiempo la mayoría lo eran por razones religiosas, es decir, por el Mito del deicidio: el "haber matado a Jesús", y otros por razones económicas, es decir, porque dominaban las finanzas, lo cual era percibido por él como una forma de resentimiento de los débiles contra los fuertes. Cuando Nietzsche habla de "antisemitas", generalmente se refiere a los cristianos antisemitas, a los que considera como hipócritas, ya que la moral cristiana proviene directamente de la moral judía.

Hay fragmentos en las obras de Nietzsche que parecen favorables a los judíos, aún cuando es posible interpretarlos de forma irónica, asimismo Nietzsche tuvo en su juventud algunos amigos judíos como Paul Rée o Lou Salomé, a quien incluso propuso matrimonio. Sin embargo, Nietzsche es quien formula, acaso, las críticas más ácidas, feroces y sustentables contra los judíos a finales del siglo XIX, razón por la que no es de extrañar que existan intereses en tergiversar su obra ante la imposibilidad de hacerla pasar por desapercibida.

El antijudaísmo de Nietzsche se debía a razones totalmente distintas a la de la mayoría de antisemitas de su tiempo. Para Nietzsche el judío era el origen de toda la decadencia igualitarista anti-aristocrática que dio paso al comunismo.

Esta fue la misma razón por la que los nacionalsocialistas en años posteriores se opusieron a los judíos. A los nacionalsocialistas no les importaba que los judíos hayan 'matado a Dios'. Ellos se oponían a los judíos porque eran la fuente de múltiples subversiones contra el Estado. En otras palabras, Nietzsche y los nacionalsocialistas se oponían a los judíos por las mismas razones, aunque éstos últimos también lo hicieron por razones económicas, pero no por resentimiento contra el fuerte, sino por los métodos deshonrosos y subrepticios utilizados por los judíos. Los nacionalsocialistas y los fascistas representaban el resurgimiento de los valores romanos que Nietzsche admiraba, mientras que el comunismo y la democracia representaban los valores promovidos por la judería internacional y a los que el cristianismo hizo madurar por medio de su moral de siervos.

Allí donde están nuestros defectos e imperfecciones se desata nuestra fantasiosa exaltación. La sentencia ilusoria "amad a vuestros enemigos" la tuvieron que inventar los judíos, los más espléndidos maestros del odio que jamás hayan existido. La más hermosa glorificación de la castidad ha sido cantada por aquellos que en su juventud llevaron una vida licenciosa y repugnante
Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales.
Nada de lo que en la tierra se ha hecho contra 'los nobles', 'los violentos', 'los señores', 'los poderosos', merece ser mencionado si se lo compara con lo que los judíos han hecho contra ellos: los judíos, ese pueblo sacerdotal, que no ha sabido tomar satisfacción de sus enemigos y dominadores más que con una radical transvaloración de los valores propios de éstos, es decir, por un acto de la más espiritual venganza. Esto es lo único que resultaba adecuado precisamente a un pueblo sacerdotal, al pueblo de la más refrenada ansia de venganza sacerdotal. Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de Dios) y han mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber, "¡los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes son también los únicos piadosos, los únicos benditos de Dios, únicamente para ellos existe bienaventuranza, en cambio vosotros, vosotros los nobles y violentos, vosotros sois, por toda la eternidad, los malvados, los crueles, los lascivos, los insaciables, los ateos, y vosotros seréis también eternamente los desventurados, los malditos y condenados!..." Se sabe quien ha recogido la herencia de esa transvaloración judía...
Genealogía de la moral.
Los judíos son el pueblo más notable de la historia porque, colocados ante la cuestión de ser o no ser, con una conciencia completamente siniestra prefirieron ser a cualquier precio. El precio fue la radical falsificación de toda naturaleza, de toda naturalidad, toda realidad, del mundo interior tanto como del exterior. Se segregaron de todas las condiciones, contra todas las condiciones, bajo las que un pueblo podía vivir. Crearon de sus entrañas un concepto antagónico de las condiciones naturales. Han tomado sucesivamente la religión, el culto, la moral, la historia, la psicología y los han invertido de modo incurable, en contradicción con su valor de naturaleza. Nos encontramos posteriormente con el mismo fenómeno, en una forma incalculablemente exagerada, pero sólo como una copia: la iglesia cristiana, que, comparada con el "pueblo de Dios", muestra una completa falta de originalidad. Precisamente por esta razón los judíos son el pueblo más fatídico de la historia universal: en su efecto ulterior han hecho a la humanidad tan falsa que todavía hoy el cristiano puede albergar un sentimiento antijudío sin comprenderse a sí mismo como la última consecuencia judía (...) Estudiado psicológicamente, el pueblo judío es un pueblo de la más pertinaz vitalidad, la cual -colocada bajo condiciones imposibles- libremente, por la astucia profunda de la autoconservación, tomó partido por todos los instintos de la decadencia. No como dominado por ello, sino porque en ellos adivina un poder con el cual puede afirmarse contra "el mundo". Los judíos son la contrapartida de toda decadencia. La han representado hasta la ilusión. Con un 'non plus ultra' de genio teatral han sabido colocarse a la cabeza de todos los movimientos decadentes (como el cristianismo de Paulus), para extraer de ellos algo más fuerte que cada movimiento afirmados de la vida. Para esa especie de hombre que reclama poder en judaísmo y cristianismo, una especie sacerdotal, la decadencia es sólo un medio: esa especie de hombre tienen un interés vital en enfermar a la humanidad, en apoderarse de los conceptos de "bueno", "malo", "verdadero", "falso" e invertirlos en un sentido peligroso para la vida y calumniador para el mundo.
El Anticristo.
Los dos valores contrapuestos "bueno y malo", "bueno y malvado", han sostenido en la Tierra una lucha terrible, que ha durado milenios…

El símbolo de esta lucha, escrito en caracteres que han permanecido hasta ahora legibles a lo largo de la historia entera de la Humanidad, dice: "Roma contra Judea, Judea contra Roma" —hasta ahora no ha habido acontecimiento más grande que esta lucha, que este planteamiento del problema, que esta contradicción de enemigos mortales. Roma veía en el judío algo así como la antinaturaleza misma, como su monstrum antipódico, si cabe la expresión; en Roma se consideraba al judío "convicto de odio contra todo el género humano", con razón, en la medida en que hay derecho a vincular la salvación y el futuro del género humano al dominio incondicional de los valores aristocráticos —de los valores romanos.

Los romanos eran, en efecto, los fuertes y los nobles; en tal grado lo eran que hasta ahora no ha habido en la Tierra hombres más fuertes ni más nobles, y ni siquiera se los ha soñado nunca; toda reliquia de ellos, toda inscripción suya, produce éxtasis, presuponiendo que se adivine qué es lo que allí escribe. Los judíos eran, en cambio, el pueblo sacerdotal del resentimiento par excelence, en el que habitaba una genialidad popular-moral sin igual: basta comparar los pueblos de cualidades análogas, por ejemplo, los chinos o los alemanes, con los judíos, para comprender qué es de primer rango y qué es de quinto. ¿Quién de ellos ha vencido entretanto, Roma o Judea? No hay, desde luego, la más mínima duda: considérese ante quién se inclinan hoy los hombres, en la misma Roma, como ante la síntesis de todos los valores supremos —y no sólo en Roma, sino casi en media Tierra, en todos los lugares en que el hombre se ha vuelto manso o quiere volverse manso—, ante tres judíos, como es sabido, y una judía (ante Jesús de Nazaret, el pescador Pedro, el tejedor de alfombras Pablo, y la madre del mencionado Jesús, de nombre María). Esto es muy digno de atención: Roma ha sucumbido sin ninguna duda...

¿Con esto ha acabado ya todo? ¿Quedó así relegada ad acta para siempre aquella antítesis de ideales, la más grande de todas? ¿O sólo fue aplazada, aplazada por largo tiempo?… ¿No deberá haber alguna vez una reanimación del antiguo incendio, mucho más terrible todavía, preparada durante más largo tiempo? Más aun: ¿no habría que desear precisamente esto con todas las fuerzas?, ¿e incluso quererlo?, ¿e incluso favorecerlo?…
Genealogía de la moral, Tratado Primero, 16.

Fuera de su obra filosófica, algunas cartas entre 1866 y 1872 revelan actitudes poco amistosas con los judíos en su vida privada:

¡Gersdoff y yo finalmente encontramos una posada donde no se ofrecían para nuestro deleite ni mantequilla derretida ni rostros judíos!
—Carta de Nietzsche a su madre y a su hermana, 22 de abril de 1866.
No importa dónde mires, son judíos y compañía.
—Carta a Hermann Mushacke, 27 de abril de 1866.
Ya no hay entre nosotros esas nubes hebreas que antes nos impedían avanzar juntos al mismo ritmo, con nuestros pensamientos en perfecta sintonía.
—Carta a Paul Deussen, 4 de abril de 1867.
Hoy se acaba la feria y nos libraremos del olor a grasa quemada y de las multitudes de judíos.
—Carta a su madre y a su hermana, octubre de 1868.
Yo me siento poderosamente atraído por la figura de Demócrito; Por supuesto, la reconstruí yo mismo desde cero, ya que los historiadores de la filosofía no han podido hacer justicia ni a él ni a Epicuro, fanáticos que son y justos judíos ante el Señor, pero Schleiermacher el que menos, que falsa, oscura y complicada mujercita.
—Carta a Erwin Rohde, 9 de diciembre de 1868

En una carta a Wagner, del 22 de mayo de 1869, habla de una "invasión judía". En una carta a Oskar Oehler, del 13 de febrero de 1870, habló de un médico cuya "ropa era de tan increíblemente mal gusto y [que] parecía un judío encasillado". En una carta a su madre y a su hermana, del 23 de diciembre de 1871, se queja de que le pidieron que encargara un libro a un judío: "¿Cómo puedes esperar que pida un libro a un escandaloso librero anticuario judío?".

Ceno en mi hotel donde ya encontré algunos compañeros para el viaje a Splügen del día siguiente: ¡entre ellos, desgraciadamente, un judío!
—Carta a su madre, 1 de octubre de 1872

Nietzsche también se negó a realizar un viaje académico a Creta con Karl Mendelsohn, el hijo del compositor Felix Mendelssohn-Bartoldi, quien fue condenado por Wagner por la profanación de la música por parte de sus judíos. Nietzsche afirmó que esta negativa se debía a compromisos laborales, pero K. Mendelsohn parece haber sostenido que se debía a la influencia de Wagner y su antisemitismo en Nietzsche. Después de la ruptura con Wagner, Nietzsche adoptó una posición exactamente opuesta a la de Wagner en lo que respecta a Mendelssohn-Bartoldi y celebró su trabajo con él. ¿Quizás como una forma de "hacer las paces"?

Dos de las primeras fuentes más importantes de Nietzsche, Wagner y Schopenhauer, eran antisemitas. Cuando rompió con ellos y con el 'Reich', habría adoptado una actitud más compleja y menos prejuiciosa hacia los judíos. Sin embargo, el antisemitismo juvenil está claramente ahí.

Pensamiento racial

Probablemente no hay razas puras, sino solamente razas depuradas, e incluso éstas son muy escasas. Las más frecuentes son las razas cruzadas en las que, junto a defectos de armonía en las formas corporales (por ejemplo, cuando los ojos y la boca no se corresponden), se observan necesariamente faltas de armonía en las costumbres y en los juicios de valor. (Livingston oyó decir: «Dios creó a los blancos y a los negros, y el diablo creó a los mulatos.») Las razas cruzadas producen siempre, a la vez que civilizaciones cruzadas, morales igualmente cruzadas: generalmente, éstas son las peores, las más crueles y las más inquietas. La pureza es el resultado último de incontables asimilaciones, absorciones y eliminaciones, y el progreso hacia la pureza se manifiesta en que la fuerza existente en una raza se limita cada vez más a determinadas funciones escogidas, mientras que antes se tendía con frecuencia a realizar demasiadas cosas contradictorias. Esta limitación tendrá siempre la apariencia de un empobrecimiento, pero hay que juzgarla con prudencia y equidad. Una vez acabado el proceso de depuración, todas las fuerzas que antes se perdían en la lucha entre cualidades sin armonía, están ahora a disposición del conjunto del organismo. Por eso las razas depuradas son siempre más fuertes y más hermosas. Los griegos constituyen un ejemplo de una raza y de una civilización depurada del modo que acabo de indicar, y es de esperar que algún día se logre también crear una raza y una civilización europeas puras.
Aurora. Reflexiones sobre los prejuicios morales, 272.
...«los escla­vos», o «la plebe», o «el rebaño», o como usted quiera llamarlo, ha vencido, y si esto ha ocurrido por medio de los judíos, ¡bien!, entonces jamás pueblo alguno tuvo misión más grande en la historia universal. «Los señores» están liquidados; la moral del hombre vulgar ha vencido. Se puede considerar esta victoria a la vez como un envenenamiento de la sangre (ella ha mezclado las razas entre sí) -no lo niego; pero, indudablemente, esa intoxicación ha logrado éxito. La «redención» del género humano (a saber, respecto de «los señores») se encuentra en óptima vía; todo se judaiza, o se cristianiza, o se aplebeya a ojos vistas (¡qué importan las palabras!). La marcha de ese envenenamiento a través del cuerpo entero de la humanidad parece incontenible, su tempo [ritmo] y su paso pueden ser incluso, a partir de ahora, cada vez más lentos, más delicados, más inaudibles, más cautos -en efecto, hay tiempo... ¿Le corresponde todavía hoy a la Iglesia, en este aspecto, una tarea necesaria, posee todavía en absoluto un derecho a existir? ¿O se podría prescindir de ella? Quaeritur [se pregunta]. ¿Parece que la Iglesia refrena y modera aquella marcha, en lugar de acelerarla?...
Genealogía de la moral, tratado primero, 9.

Profeta del espíritu indoeuropeo

Véase también: Arianismo

El filósofo que tenía como herramienta el martillo, se acercó casi sin sospecharlo a los arquetipos arios, basándose especialmente en la mitología griega. En su filosofía estridente y poética, cuyo efecto ha resultado profundo y decisivo en el pensamiento occidental moderno, e incluso en su descenso del genio a la locura final, podemos reconocer la huella divina de estos arquetipos.

Mirémonos de frente. Somos hiperbóreos, y sabemos bastante bien cuán aparte vivimos. “Ni por tierra ni por mar encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos.
El Anticristo, 1.

En su Zaratustra, Nietzsche proclama que Dios ya no es necesario y que el hombre debe forjar su propio camino espiritual, pero su pensamiento nos muestra que Nietzsche propugna a la vez un retorno a la moralidad pagana, que de forma sutil prevalece en toda su obra y que contrapone a la moral de esclavos judeocristiana. En su obra póstuma, Voluntad de Poder, leemos:

Así es como una religión aria afirmativa considera el origen de una clase dominante: el código de Manu. (La divinización del sentido de poder en los brahmanes es interesante que se haya originado en una casta de guerreros y después haya pasado a los sacerdotes.)... Es completamente adecuado que nosotros no tengamos una religión de la raza aria oprimida, ya que esto sería una contradicción: una raza de dominadores o está en la cima o perece. [145] ...

Pagano es afirmar lo natural, el sentimiento de inocencia en lo natural, «la naturalidad». Cristiano es negar lo natural, el sentimiento de indignidad en lo natural, la antinaturalidad. [147] ...

La gran mentira de la historia: ¡Como si la corrupción del paganismo hubiera sido lo que abrió el camino al cristianismo! ¡Pero fue la debilitación y la desmoralización del hombre antiguo! ¡La conversión del instinto natural en vicio había ya tenido lugar! [150]

Richard Nikolaus Coudenhove-Kalergi reconoció que en Nietzsche pervivía una ética pagana, en contraste con la moral judeocristiana:

En la medida en que Europa es cristiana, es (en el sentido ético y espiritual) judía; En la medida en que Europa es moral, es judía. Casi toda la ética europea tiene sus raíces en el judaísmo. Todos los campeones de la moral cristiana religiosa o irreligiosa, desde Agustín hasta Rousseau, Kant y Tolstoi, eran judíos por elección en el sentido espiritual; Nietzsche es el único no judío, el único pagano eticista en Europa. Los proponentes más prominentes y destacados de las ideas cristianas que están presentes en su reencarnación moderna son el pacifismo y el socialismo, y estos son judíos.[1]

En la primera parte de Así Habló Zaratustra, donde plasma su idea profética de un tipo de ser humano nuevo y más evolucionado, al que llamó el superhombre, exalta el lado dionisíaco de la vida (imprevisible, orgiástico e irracional) a expensas del reino apolíneo de la razón y hace una conexión explícita entre el hombre y la euforia, "el divino furor de Dioniso", el 'Furor Sagrado', y que representa en la forma del relámpago (!):

¿Dónde está el rayo para lamerte con su lengua?

¿Dónde está el frenesí con el que deberías ser inoculado?
He aquí, te enseño al hombre que vive:

es este relámpago, él es este frenesí.
Así Habló Zaratustra

Bajo esta perspectiva, Nietzsche habría sido un oráculo de Dioniso, quien poseyó a Nietzsche utilizándolo como su recipiente para la "Filosofía del futuro", volviendo loco a Nietzsche en el proceso. En un frenesí dionisíaco, Nietzsche escribió libro tras libro, llenando las páginas con algunas de las verdades más elevadas que la humanidad haya conocido. Al final de su vida como escritor, firmaba sus cartas como "Dioniso" y cuando Overbeck fue a buscarlo, lo encontró bailando desnudo en éxtasis. Dioniso habló a través de Nietzsche para prepararnos para el regreso de los olímpicos, para el eterno retorno.

Este rasgo de Dioniso posee un importante paralelismo con la naturaleza del Dios germánico Odín o Wotan, cuyo nombre significa "Furor" (Odr y Wod).

Según Carl G. Jung (Wotan, 1936), Nietzsche no estaba bien versado en la literatura germánica, pero la influencia del arquetipo de Wotan, bajo su forma helénica, puede verse allí.

En 1870 escribe:

Todos los dioses deben morir, es el concepto alemán original que permea a la ciencia con toda su fuerza hasta ahora. La muerte de Sígurd, el descendiente de Odín, no podía conjurar la muerte de Balder, el hijo de Odín: a la muerte de Balder sigue la muerte de Odín y de todos los otros dioses.
—KSA 7; sept. 1870–enero 1971, 5[57], 107.

La muerte de Balder es un evento trágico que no puede ser evitado, lo que lleva eventualmente a la muerte de Odín y de todos los otros dioses en el Ragnarök. Este ciclo de muerte y renacimiento está relacionado con la idea del "eterno retorno", la noción de que todas las cosas vuelven a ocurrir de manera cíclica en el universo.

Hay que demostrar que en ellos existe una manifestación del mundo mucho más profunda que en nuestras desgarradas circunstancias, con una religión inoculada [el cristianismo]. Una de dos: o nosotros morimos a causa de esta religión, o esta religión muere a causa de nosotros. Yo creo en el concepto germánico original: todos los dioses deben morir
—KSA 7, 5[115], 124/125.

El cristianismo consumó la separación entre Dios y el mundo, devaluó las pulsiones naturales del hombre y colocó la vida física en manos de la nada. Con el fin de recuperar la sacralidad del cosmos y del mundo para el hombre, Nietzsche tuvo que atacar y despedazar los conceptos morales judeocristianos que devaluaban al mundo y eran contrarios a los instintos naturales del hombre. La implacable exposición nietzscheana de los valores cristianos destruyó al fin a la doctrina que había puesto en peligro a los valores tradicionales europeos.

La constante sacralización de la vida y el mundo físico en la obra de Nietzsche muestran que su cosmovisión era idéntica a la de los antiguos europeos.[2]

En 1864, a los 20 años, Nietzsche parece haber eludido el nombre de su dios personal, como revela su poema "Al Dios desconocido":

Antes de seguir mi camino

y de poner mis ojos hacia adelante,
alzo otra vez, solitario, mis manos
hacia Ti, al que me acojo,
al que en el más hondo fondo del corazón
consagré, solemne, altares
para que en todo tiempo tu voz,
una vez más, vuelva a llamarme.
Abrasase encima, inscrita hondo,
la palabra: Al Dios desconocido:
suyo soy, y siento los lazos
que en la lucha me abaten
y, si huir quiero,
me fuerzan al fin a su servicio.
Quiero conocerte, Desconocido,
tú, que ahondas en mi alma,
que surcas mi vida cual tormenta,
¡tú, inaprehensible, mi semejante!

¡Quiero conocerte, servirte quiero.

Jung también informa de una pesadilla poderosa e impactante que Nietzsche tuvo cuando tenía quince años. Estaba vagando solo por la noche en un bosque sombrío cuando un grito espeluznante de un asilo cercano lo aterrorizaba. Después de esto, se encontró con un cazador salvaje y extraño que hizo sonar su silbato con una fuerza tan aguda que Nietzsche cayó inconsciente. Jung interpreta este sueño como un encuentro con Wotan. Fue Wotan quien en el folklore germánico dirigió el espíritu de los muertos en la "Cacería Salvaje" a través de los bosques por la noche. Nietzsche como un joven de 15 años se había encontrado con el “Dios Desconocido” en la forma del Cazador Salvaje, pero parece ser que nunca pudo reconocerlo del todo.

Malinterpretar a Nietzsche

Hay quienes predican mi doctrina acerca de la vida: y a la vez son predicadores de la igualdad, y tarántulas.
Así habló Zaratustra.

Es frecuente que la obra de Nietzsche sea objeto de interpretaciones erróneas por parte de numerosos autores. Estos errores pueden deberse a ignorancia, motivada a su vez por pereza, por torpeza, por falta de una enseñanza adecuada, o incluso a mala fe. En este caso, la causa última de la mala interpretación suele venir dada por el prestigio de Nietzsche, que el interpretador malintencionado quiere ganar para su causa. Un ejemplo de malinterpretación común llega incluir erróneamente a Nietzsche entre los nihilistas, cuando en realidad su pensamiento es completamente opuesto al nihilismo.

Todo el pensamiento y obra de Nietzsche puede decirse que son "políticamente incorrectos", pues son incompatibles y se oponen diametralmente al sistema de valores de la modernidad: la democracia, el igualitarismo, el feminismo, etc. son conceptos que Nietzsche ataca sin piedad. En cambio, no en pocos pasajes exalta la eugenesia y defiende un orden aristocrático en el ser humano. Incluso corrientes sociopolíticas como el marxismo o el anarquismo son explícitamente despreciadas por el autor, lo que no ha sido obstáculo para que autores marxistas y anarquistas hagan una interpretación que acomoda su obra a conveniencia, y que incluso pretenden hacer el pensamiento de Nietzsche como compatible al sistema progresista y políticamente correcto que hoy impera, como por ejemplo, la indecente inclusión del nombre de Nietzsche junto a los judíos Freud y Marx, como uno de los "maestros de la sospecha", por parte del filósofo progresista francés Paul Ricœur.

Este tipo de autores gustan hacer de Nietzsche un "defensor de los judíos", "crítico del antisemitismo", "ciudadano del mundo" e incluso "enemigo de cualquier manifestación nacionalista y de orgullo racial", y suelen culpar a Elisabeth Förster-Nietzsche, la propia hermana del filósofo, de haber hecho, según ellos, una "malintencionada interpretación nietzscheana que resulta compatible con el nacionalsocialismo". Por ello es que la figura de Nietzsche se ha llegado a salvar apenas de la condena y el ostracismo de la corrección política que hubiera supuesto en realidad de no ser por dichos autores que se presumen como "herederos de Nietzsche", mientras que la hermana del filósofo debe jugar el papel de "chivo expiatorio".

La mayor parte de las interpretaciones progresistas, anarquizantes y judaizantes del pensamiento nietzscheano, como las realizadas por algunos miembros de la Escuela de Frankfurt y su Teoría Crítica (al aprovechar su carácter crítico contra la cultura occidental cristiana) tienen su origen en citas, descontextualizadas o no, de las obras de su tercera etapa: la positivista (De esta etapa provienen las citas que se intentan mostrar como prueba de una incompatibilidad inherente entre el pensamiento nitzscheano y el nacionalsocialismo). Cuando las interpretaciones erróneas se basan en citas de libros de la segunda o de la cuarta etapa, generalmente estamos ante citas descontextualizadas, que dan necesariamente conclusiones erróneas. Por ello se recomienda precaución ante todos los intentos indecentes de hacer de Nietzsche un "filósofo progresista", "alternativo", "partidario de la modernidad", del "buen rollo" o "igualitarista".[3][4]

Obras

Etapa filológica o prefilosófica

  • Fatum e Historia (1862)
  • Libertad de la voluntad y Fatum (1868)
  • Homero y la Filología Clásica (1869) (Homer und die klassiche Philologie. Ein Vortrag)
  • El drama musical griego (1870) (Das griechische Musikdrama)
  • Sócrates y la tragedia (1870) (Socrates und die Tragödie)
  • La visión dionisíaca del Mundo (1870) (Die dionysische Weltanschauung)
  • El Estado griego (1871)

Etapa wagneriana-shopenhaueriana o romántica. Filosofía de la noche.

  • El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1872) (Die Geburt der Tragödie aus dem Geiste der Musik)
  • Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas (1872) (Über die Zukunft unserer Bildungsanstalten. Sechs öffentliche Vorträge)
  • Cinco prefacios para libros no escritos (1872) (Fünf Vorreden zu fünf ungeschriebenen Büchern)
  • La filosofía en la época clásica de los griegos (1873) (Die Philosophie im tragischen Zeitalter der Greichen)
  • Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873) (Über Wahrheit und Lüge im aussermoralischen Sinne)
  • Consideraciones intempestivas (1873-1876)
    • Primera consideración intempestiva: David Strauss, el confesor y el escritor (1873) (I. David Strauss: der Bekenner und der Schriftsteller)
    • Segunda consideración intempestiva: Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida (1874) (II. Unzeitgemasse Betrachtungen. Vom Nutzen und Nachteil der Historie fur das Leben)
    • Tercera consideración intempestiva: Schopenhauer como educador (1874) (III. Unzeitgemasse Betrachtungen. Schopenhauer als Erzieher)
    • Cuarta consideración intempestiva: Richard Wagner en Bayreuth (1876) (IV: Unzeitgemasse Betrachtungen. Richard Wagner in Bayreuth)

Etapa positivista. Filosofía de la mañana.

Etapa zaratústrica. Filosofía del mediodía.

La obra Voluntad de poder, se trata en realidad de escritos póstumos recopilados por su hermana Elisabeth y por los editores. Hay quienes alegan que esta obra es apócrifa en base únicamente a esta participación de su hermana, quien habría introducido "ideas antisemitas" para "adherir el pensamiento de Nietzsche al nazismo", sin embargo, eso no toma en cuenta las numerosas ideas antijudías que también se encuentran en otras obras como Más allá del bien y del mal, Genealogía de la moral y El Anticristo. Estos apuntes estaban destinados a formar lo que hubiera sido su obra cumbre: "Transmutación de todos los valores". (Un resumen del contenido de todas estas obras de Nietzsche las encontrara el lector en el libro "Hitler y sus filósofos" de Ediciones BAUSP).

Referencias

  1. Richard Coudenhove Kalergi, Praktischer Idealismus, p. 27.
  2. Ver: Plinio el Viejo, Naturalis historia, II, 1.
  3. «Malinterpretar a Nietzsche» - Círculo Identitario Nietzsche, 29 de diciembre de 2010.
  4. «Esquema interpretativo mínimo del pensamiento de Nietzsche» - Círculo Identitario Nietzsche, 05 de septiembre de 2011.

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